LITERATURA / MIS LIBROS Y SUS HISTORIAS: SERÁS GAVIOTA
en 2020 cumplo 50 libros
1990
SERÁS GAVIOTA
Seguimos
con ediciones modestas y portadas infames que podía haber diseñado a la edad de
diez años. Parecería un retroceso teniendo en cuenta los gloriosos inicios con
Júcar y Plaza Janés y esos premios tan importantes como el Azorín o el Tigre
Juan. Serás gaviota la había
presentado previamente al premio gastronómico La Odisea, no ganó (lo hice un
año después con El Barroco), pero quedó finalista el año que obtuvo el galardón Manuel Quinto. La
novela tenía que ver algo con la gastronomía puesto que el protagonista era un
tipo que se suicidaba comiendo (en Living
Las Vegas Nicolas Cage se suicidaba bebiendo). Me había inspirado en un
caso muy mediático que había sucedido en Estados Unidos: un tipo que no hacía
otra cosa que comer, y ya no podía alzarse de la cama por los kilos que
acumulaba, hubo de ser trasladado al hospital, cuando enfermó, en un helicóptero
del cuerpo de bomberos que, previamente, hubo de desmontar el tejado para
trasladarlo por el aire porque ni por las puertas de la habitación ni de la
casa pasaba. Semejante conducta monstruosa, que sólo podía tener lugar en el
país de los excesos, dio como resultado esta novela brevísima de 70 páginas,
curiosamente muy lírica y alejada del horror de El Barroco. Al tipo en cuestión, que imagino que explotaba (no lo
recuerdo, la verdad), lo devoraban las gaviotas, de ahí el título, y eso
confería a esa breve novela escrita en 1986 un carácter panteísta (formamos
parte de un todo superior, no morimos realmente si servimos de alimento a otros
seres y nuestras ondas pululan por el espacio). La
gastronomía era aquí un arma suicida y la novela podría enclavarse dentro del
género fantástico al que era muy devoto.
A pesar
de sus pocas páginas fue una novela que recibió un montón de galardones
literarios previos que me hicieron viajar de un extremo a otro de la península
(gracias a la literatura conozco la laguna de Gallocanta). Quedó entre las
finalistas al Ateneo de Valladolid, un premio que se me viene resistiendo desde
entonces (Cazadores en la nieve, El rastro del lobo y Ascenso y caída de Humberto da Silva
también lo fueron), fue finalista del Café Iruña y, de ese viaje a un País
Vasco asolado por la violencia (acababan de asesinar a Yoyes y tuve una
discusión con mis anfitriones que justificaban la ejecución de un general traidor) surgieron
El final feliz y la muy
reciente El bosque sin límites que
giraban sobre una sociedad abrumada por el terrorismo, y ganó el premio Ateneo
de Albacete.
Como
era muy obstinado, la presenté al premio Félix Urabayen (había encontrado en la
biblioteca de mi padre un libro del escritor toledano, así es que ya sabía
quién era) y esta vez no quedé finalista, como con Los ojos ajenos, sino que lo gané. Era una situación curiosa, porque
la novela ya estaba premiada pero era inédita (el Ateneo de Albacete no tenía
presupuesto para editarla). Como Los ojos
ajenos, el libro fue editado por La Voz del Tajo y el premio me llevó
nuevamente a Toledo en donde presumí de ancestros toledanos (mi abuelo paterno
era de Sonseca). En el jurado estaba el escritor José Manuel Costas Goberna, con el que me di un homenaje en el
restaurante La Botica. Esa vez estuve varios días en la ciudad de El Greco,
aproveché para disfrutar de El entierro del conde de Orgaz, y si no recuerdo mal
comí una especie de cuscús judío en un restaurante exquisito con mi prima
Rosario y mi mujer.
La
contraportada de la novela, en la que figuraba una foto con el mismo jersey de
punto de mi madre de Barcelona negra
pero sin ese cigarrillo en la boca y con cara de asustado, decía textualmente: “Serás gaviota sea quizás su novela más
lírica. Una extraña y fantástica fábula acerca de la marginación, el desamor y
la soledad a la que se ve abocado el protagonista, tras su tránsito por el
estadio de monstruo, y que le conducirá a una original y panteísta
autoinmolación. Historia sobre una deformación, física y psíquica, la fuga de
la realidad y el halo destructor que envuelve todo exceso, en la que se dan
cita un humor esperpéntico y un lirismo terrible y desazonador. Serás gaviota,
inspirada en un suceso aparecido en la prensa, fue finalista en los premios
Café Iruña, La Odisea y Ateneo de Valladolid, y obtuvo el premio Ateneo de
Albacete antes de ser galardonada con el Premio Ciudad de Toledo de Novela”.
Se la
dediqué a Javier Lentini, que previamente
la había leído como jurado de La Odisea y le había gustado mucho. No volví a
ver a Javier Lentini, ni a José Manuel Costas Goberna. Curiosamente
tropecé con una amiga que había leído Serás
gaviota y me confesó que era el libro mío que más le había gustado.
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