DIARIO DE UN ESCRITOR
Arán,
18 de junio de 2012
Truenos.
Suaves. En las cimas de las montañas. Llegaban distantes. Tormentas lejanas.
Pero estrellas en el pueblo. Y un viento caliente que no sé de dónde venía.
Anonymus.
Me vino la idea viendo esa película anarquista que es V de vendetta, muy
adecuada para los tiempos que corren. Orwellianos. ¿Y si doscientos mil
ciudadanos, o un millón, saliéramos a la calle con la máscara de V y su
sombrero? Ahí queda la idea. Y que la cojan los hacedores de disfraces. Yo me
lo pongo si hay diez mil que están dispuestos a hacerlo en la próxima manifestación.
Nosotros
podemos. Echar a patadas a Carlos Dívar, por ejemplo. No se habría conseguido sin la
presión mediática y de toda la opinión pública. Ahora toca Rato. La lista es
larga.
Cruasán.
Su aroma me despertó a las cuatro de la madrugada. Los estaban horneando en el
obrador vecino y, aunque tenía las ventanas cerradas, el delicioso perfume se
filtraba por las junturas. Eran los cruasanes del desayuno de mañana. Iban a
llegar recién hechos a los paladares de los que los mojarán en el café con
leche. Aunque yo nunca los mojo. Me gustan tanto que los saboreo sin mezclar
sabores. Vuelvo a dormir. Sigue relampagueando.
Nazis.
Ya no sé dónde esta la prima de riesgo. En la estratosfera. Ni los intereses
que pagamos por lo que nos prestan todos los días: el 7 %. Y España se sigue
precipitando por el abismo sin encontrar árboles que le paren el golpe. ¿Arderemos, nos ahogaremos o quedaremos entre los hierros retorcidos? Pero
los griegos votan más de lo mismo aunque la izquierda de Syriza gana posiciones.
Los que han mentido, los que han hundido a Grecia, vuelven a gobernarla. No lo
entiendo. Cosa de locos. Y además, por ser el partido más votado, Nueva Democracia recibe un
bonus de 30 diputados extras. Lo entiendo menos. Y los nazis se sientan en el
parlamento con su discurso racista y violento. Eso, además de no entenderlo, me
asusta.
Cristales.
Limpiar cristales creo que es peor que planchar. Sobre todo los de las puertas
de mi balcón. Crees tenerlo limpio, pero nunca está. Lo limpias por un lado,
pero se ensucia por el otro. Cuando lo limpias por el otro lado sale el sol y
te das cuenta de que está peor ahora que cuando empezaste. Ese es el ejercicio
agotador de hoy que sustituye a la bici de ayer.
Ommmmmmmm.
Galdós.
Sigo leyendo con gusto Ronda de Madrid de José Manuel Benítez Ariza. Es una novela
costumbrista que está maravillosamente bien escrita. A veces me parece estar
leyendo a Galdós.
Trastienda.
Voy menos de lo que debería. Es una de las mejores tiendas del pueblo. Y además,
la pareja que lleva el establecimiento son un
hombre y una mujer encantadores. Les compro un maravilloso paté Landes
reñido con mi dieta. Ya cogeré la bici. Un txacoli Bengoetxe de Getaria. Dos yogures
caseros. Comprar en las tiendas del pueblo es agradable y procuro hacerlo
siempre, y más en estos tiempos. Le hablo de mi viaje a Camboya mientras mete en una bolsa de papel mis compras. Me habla él de un
viaje que no hizo a Hong Kong. Lástima. Hazlo. No lo dejes pasar. Y sí, empiezas
por Hong Kong, sigue luego por Tailandia, Indonesia, Camboya y déjate para el
final lo mejor: Birmania.
Lluvia.
Llueve sobre el Valle de Arán. Truena. Luego diluvia. Buen tiempo tendrá mi visitante de mañana que
estará un par de días por el valle. Viene mentalizada a todo. A la lluvia,
también. Le gusta el agua. También el vino, el cava y la cerveza. Haremos algún paseo bajo paraguas si esto no amaina. La llevaré, si se
deja, a un restaurante de Bausén, a comer ciervo. Una contradicción, lo sé. No
los cazo, pero me los como.Nueva novela. Cuando pase esta semana me voy a poner a trabajar en mi nueva novela. Le hablé a Julio de ella. Negra y futurista. El remake de Barcelona negra. En octubre espero hacer su presentación. Con libro.
Melancolía. La película de Von Trier. Un tema que centró buena parte de la penúltima paella en la Barceloneta con Julio y Jesús, éste último otro amigo gracias a la literatura, como la que vendrá mañana a verme. A tres horas de la presentación fantasma del libro que no existió hablamos del estadio placentero de la melancolía que le queda a uno cuando el amor se acaba. En esa tristeza honda nos sentimos, incomprensiblemente, a gusto, y con ella alargamos el enamoramiento perdido. La melancolía es el último coletazo, el extertor agónico que precede a la muerte y la suaviza. Y es creativa. En ese estado se escribe poesía, tristes melodías…Y hablamos de enamoramientos, también, con las copas de sorbete de limón mediadas y el sol abriéndose paso entre los parasoles y la playa a cincuenta metros llena de pieles que se queman al sol y huelen a crema protectora. ¿Nos enamoramos de una persona o de nuestro estado de gracia de estar enamorados? ¿Existen realmente las personas de las que nos enamoramos? ¿Somos tan egocéntricos que en realidad nos estamos enamorando de nosotros mismos?
Tinto Pesquera cosecha 2000 Reserva. Cayó. Fue descorchado hace tres días, en compañía de un enorme entrecot de un dedo que sobresalía del plato. ¡Qué mejor compañía para ese vino que ese pedazo de carne de vacuno maravillosa! Era un vino para tomar con alguien, madame Deveriá. Pero, si no había nadie, fui dando cuenta de él en solitario. La segunda copa vino al día siguiente, con unos modestos huevos fritos con pimientos. La tercera copa, ayer, con un fuet notable que conseguí en una tienda. El último sorbo, hoy, con un soberbio Idiazabal. Siempre solo. Te di las gracias cuando me lo entregaste. Te doy las gracias ahora, que el vino ya forma parte de mí.
Ommmmmmmm.
Hopper.
En La Thyssen. Yo voy. No me la quiero perder. Hopper es el pintor más
literario que existe. Detrás de cada uno de sus cuadros hay una historia triste
y solitaria. ¿Cómo lo consigue con esos colores suaves? Pura magia. Se entiende
en Lucien Freud, por ejemplo. Sus cuadros remiten a nuestra descomposición y
muerte. Son grises, tétricos. Cuerpos como naturalezas muertas con la piel flácida y las venas sobresaliendo debajo de la piel. Pero Hopper es suave, colorido, luminoso y, sin
embargo, triste. Es su luz, apagada. Son sus sombras. Sus espacios. Los
desconocidos que beben a su aire en sus bares. Puede verse con Miles Davis en
la cabeza. Y terminar tomándose un
bourbon en algún bar de Madrid. Hopper explica, como nadie, el desarraigo americano que tanto me fascina y del que hablo en Lluvia de níquel y La Frontera Sur. Hopper es género negro, sin duda.
Moscas.
Se me ha llenado la casa de ellas. Por la tormenta. Entraron mientras limpiaba
los cristales por fuera con papel de diario. Dos docenas. De todos los tamaños.
Maté a un par. Acabaron enterradas en la bolsa de la basura. El resto me
incordia. Una huyó por una ventana que abrí tras estrellarse contra el cristal
una docena de veces. Mierda de moscas. Una corretea por la pantalla del televisor, sobre la barba de Ignacio Escolar. Otra la tengo sobre el antebrazo, perdida en mi vello.
Espaguetis
con salsa de tomate. Antes, un corte de Idiazabal. Antes, tres rodajas de fuet.
Antes, a las seis de la tarde, un zumo de dos naranjas exprimidas. Y dolor en
la rodilla, persistente, mientras subo y bajo las escaleras porque me dejé algo
arriba, o abajo. Dolor que viene de mi peripecia ciclista de ayer, suave, pero
que me dejó dolorido. ¿Se sienten los años? Claro. Y el lumbago.
Tqmmmmmmmmmmmmmmm
Comentarios
Ah, y no se inquiete si los cuadros vuelven de nuevo a su sitio. Tengo la llave de su apartamento. Buenas noches.
Una de tus amables comentaristas, dijo que era afortunada,yo,por poseer tus letras. Cuan equivocada está, no poseo nada. Solo me fundo en tu cuerpo y por un instante te rozo el alma.
Fdo. Vikinga
¡Oh!, el amor, el amor, qué hermoso estado de gracia. No importa el tiempo que dure, lo importante es vivirlo aunque sea un instante, intensamente.
Fdo Vikinga.