CINE / MOTHER!, DE DARREN AROFNOVSKY

MOTHER!
Darren Arofnovsky

Hay que tener cierto aguante para enfrentarse al último Darren Arofnovsky. Sigo y admiro al director desde el impacto de Réquiem por un sueño, una película absolutamente turbadora y oscura que adaptaba el magistral texto homónimo de Hubert J. Selby, el autor americano que mejor ha retratado Brooklyn, el barrio de ese judío de origen polaco que busca epatar en Mother!. Me gustaron El luchador y El cisne negro, narrativamente mucho más convencionales que Pi, fe en el caos o Réquiem sobre un sueño. De Noé  mejor no hablamos.


Digamos que Mother! empieza como un film de  sustos de José Antonio Bayona, con casa encantada incluida, sigue como comedia surrealista con dosis de humor salvaje cuando la solitaria casa en la que vive un poeta sin inspiración (Javier Bardem) y su ordenada esposa Verónica (Jennifer Lawrence), ama de casa y musa que a toda costa quiere ser madre, es invadida por una horda capitaneada por Ed Harris, un admirador rendido de su obra, y Michele Pffeifer (ambos impagables, sobre todo ella en un papel de perversa que borda), el tramo más hilarante y brillante con cargas de profundidad de humor negro (la pelea Abel /Caín de los hermanitos, por ejemplo) y termina de una forma demencial y sinsentido (¿qué se tomó el director?) con explosiones, violencia paródica y ejércitos de dementes convertidos en plaga bíblica (zombis, luchadores sociales que destrozan la casa arca al grito de El pueblo unido jamás será vencido, brujos hijos de La semilla del diablo de Roman Polanski) que reducen la idílica Tara  a un montón de escombros.


No sé cuál es el mensaje de Darren Arofnovsky, ni sé si él lo sabe. Hay aromas de El resplandor de Stanley Kubrick (paralelismo entre los personajes de Jennifer Lawrence/ Shelley Duvall y Javier Bardem (Jack Nicholson, este último incluso en su sequía creativa). ¿El sacrificio de la privacidad en aras de la fama? ¿La egolatría del artista que sacrifica todo por su vanidad? ¿La futilidad de las musas? ¿No hay más hijo para un creador que su obra? Todo se sacrifica, incluido los seres queridos, a favor del arte. Javier Bardem, el poeta seco, es el prototipo de artista despiadado para el que nadie ni nada se puede interponer entre él y su obra. Y hay mucho ramalazo religioso (Verónica/Virgen María; Caín/Abel; corazón sangrante; sacrificio humano; el autor/dios; el Armagedon final) en lo que algún crítico con acierto ha calificado como versión punk de la Biblia. Yo, personalmente, veo en los excesos místico religiosos de Darren Arofnovsky influencias del director mexicano Carlos Reygadas y su genial, esa sí, Post Tenebras Lux, en el tramo final religioso destructivo, en su puesta en escena, aunque en el mexicano la sexualidad entraba de lleno en lo religioso sacrificial.


Sale uno del cine con dolor de cabeza y con la sensación de timo y que ha perdido a otro de sus directores fetiche, pero el espectáculo pirotécnico de esa confusa alegoría es brutal y la orgía destructiva es de las que marcan época, parafernalia de la vacuidad a la que ciertos cineastas nos están acostumbrando. Al final todo arde, el fuego lo purifica todo, como una falla valenciana, y volver a empezar con una nueva musa. Siempre nos quedará John Ford y Stanley Kubrick.






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