CINE / LA TERCERA ESPOSA, DE ASHLEIGH MAYFAIR
LA TERCERA ESPOSA
Ashleigh Mayfair
Lleva
décadas el cine oriental abriendo caminos estéticos en la cinematografía
internacional y seduciendo, por su mirada particular y cadencia exquisita en el
arte de narrar, a cierto público occidental. China tomó el relevo a Japón;
Corea tiene despuntes tan geniales y radicales como los de Kim Ki-duk que nos recuerdan al más transgresor Nagisha Oshima; Filpinas marca
distancias con un cine social liderado por Brillante
Mendoza, alejado de las florituras esteticistas; y de Vietnam, país de esta
Tercera esposa, la verdad es que
apenas teníamos noticias desde la exitosa irrupción de El olor de la papaya verde de Tran
Anh Hung, aunque la que nos ocupa esté mucho más próxima a La linterna roja de Zhang Yimou
Un
argumento muy simple le sirve a la directora vietnamita Ashleigh Mayfair para pergeñar la historia que narra reconstruyendo con fidelidad el pasado
agrícola de finales del siglo XIX de su país. Un rico terrateniente contrae
matrimonio con su tercera esposa, una niña de 14 años. Sus dos anteriores
mujeres no le han dado descendientes varones. Esta tercera esposa, muchacha
candorosa, reza a Buda para quien crece dentro de sus entrañas sea el varón que
desea su esposo. En el transcurso de su embarazo entabla complicidad con sus
rivales de lecho conyugal, asiste a la consumación del adulterio de una de las
esposas y se enamora perdidamente de ella.
La tercera esposa retrata con acierto esa etapa
patriarcal en la que las mujeres debían sumisión absoluta al varón y aceptaban
sin rechistar su rol pasivo como parte de una cultura ancestral que aún
persiste en esa zona del mundo. La tiranía masculina sobre las tres mujeres es
aceptada por ellas sin ningún conato de rebeldía o rechazo. La única relación
que ellas tienen con el señor de la casa es en el lecho cuando le place
visitarlas; no hay más trato, ni cruce de palabras. De ese coito, como
obligación contractual impuesto por el páter
familias que dispone de su harén femenino a su capricho (el doloroso
desfloramiento de la niña), al sexo clandestino y apasionado de los amantes en
el bosque o al beso sensual que la niña roba a la segunda esposa de la que está
enamorada, hay abismos que el film de Ashleigh
Mayfair subraya.
La
realizadora vietnamita apuesta por una recreación idílica y algo impostada de
una época pasada y por el esteticismo (las tres esposas del apuesto señor son
extraordinariamente bellas; los escenarios naturales también lo son). Ashleigh Mayfair teje su historia con
la misma delicadeza que los gusanos de seda sus capullos. Es la suya una
película costumbrista, que presenta un agro edénico y nada contaminado (no hay
más violencia que los azotes a que somete el señor al adultero amante de su
segunda esposa o ese gallo que es degollado con delicadeza por la primera
esposa mientras su sangre llena el plato que sostiene la tercera), llena de
detalles sutiles y exquisito erotismo. Las ropas livianas que la humedad pega
al cuerpo de las mujeres para transparentas sus formas, las pieles tersas de
sus protagonistas, el ritual del varón de sorber una yema de huevo colocada
sobre el ombligo femenino o esos estallidos de gozoso placer de los amantes
clandestinos sorprendidos por la mirada voyeur de la niña protagonista, tienen
una potente carga sensual.
Drama
amoroso y antropológico de caligrafía exquisita y detalles sutiles el de La tercera esposa que entra por los
sentidos gracias al empleo de la música tradicional vietnamita, que subraya
algunas secuencias, y a una fotografía preciosista que se recrea en la belleza
de los rostros y reivindica los ya olvidados flous a los que tan aficionado era el fotógrafo y cineasta de nínfulas
David Hamilton, pero también un
retrato doloroso de la maternidad en soledad, broche que cierra el film. Lágrimas
de sangre.
En los albores de la humanidad la naturaleza no pone las cosas fáciles a los humanos que tienen que sobrevivir en un medio hostil en lucha permanente con los elementos y los depredadores. El viaje de Ker Jar desde la cueva en donde nace a más allá de la Diosa de Hielo, esa barrera infranqueable de montañas que le separa de un mundo que quiere conocer. De cómo la curiosidad y el inconformismo mueven el mundo en una novela de aventuras ambientada en la Prehistoria. Un libro para jóvenes de 14 a 88 años.
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