CINE / EDEN
EDÉN
Mia
Hansen-Love
Edén de Mia Hansen-Love (París, 1981),
directora de Après mure réflexion, Todo está perdonado, El padre
de mis hijos y Un amor de juventud, fue
la película que representó a Francia en la Sección Oficial del pasado festival
de San Sebastián y es un film que sorprende bajo su aparente superficialidad:
dice bastantes cosas y profundiza en los personajes bajo el estruendo de su
banda sonora.
La
historia de Paul (Félix De Givry),
un DJ que vive a costa de su madre y sacrifica sus múltiples relaciones
sentimentales por su profesión, viene a
ser un film de tesis acerca de que la soledad es el precio que se paga por la
libertad y que la obsesión artística se convierte en la peor de las amantes
contra la que ningún hombre o mujer pueden luchar.
Con
música techno y house a mansalva, que hará las delicias de sus seguidores, e
incontables sesiones de rave, una forma de colocarse no muy diferente de la de
los derviches giróvagos, Mian
Hansen-Love construye una fábula moral sobre la progresiva soledad de ese
DJ adicto a su trabajo y a la cocaína, que es el sumidero por el que van todas
sus cuantiosas ganancias, a lo largo de veinte años. Mientras las mujeres que
pasan por su vida acabarán estableciéndose, teniendo pareja e hijos,
construyéndose un futuro de felicidad y seguridad dentro de la convención
social, él permanecerá aferrado a su obsesión por la música y a una libertad
que le sumirá en la soledad más absoluta: no parece ser un buen camino ni un
buen destino, viene a decir la película.
Puede
que ésta sea la película más personal de la directora puesto que está hablando
de su propio hermano, el DJ Sven
Hansen-Love. Hablo de la incapacidad
y el sufrimiento de no llegar a la edad adulta, algo que le pasó a Sven,
dice la directora, esposa del director Olivier
Assayas. Bajo esa explosión de música y luz que es la película de Mia Hansen-Love se esconde una de las
reflexiones más amargas sobre el mundo de la música. El Edén del DJ Paul, que empieza con la canción Promise Land de Joe Smooth,
deja mucho que desear.
Publicado en Revista Tarántula y en El Cotidiano
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