MIS LIBROS / LO QUE DIO DE SÍ LA GIRA DE MARERO POR EL SUR
LO QUE
DIO DE SÍ LA GIRA DE MARERO POR EL
SUR
Marero y los 18 relatos que lo acompañan se
fueron por el Sur de gira literaria, turística y sentimental. Mover un libro a
veces es una excusa para moverse uno a sí mismo, ver a viejos amigos o tomar la
temperatura a ciertas amistades.
La
primera parada fue Granada. La ciudad de los dos ríos es una plaza fuerte que
siempre visito. Cuatro años viviendo en ella dieron mucho de sí. Así es que
eché mano de mi buen amigo y colega Miguel
Arnas Coronado y nos fuimos ambos a la librería Picasso a hablar de Marero y del común amigo que nos abandonó
de forma tan abrupta: Gregorio Morales.
No hicimos un panegírico al uso. A Gregorio no le hubiera gustado. Hablamos de
su integridad, de su generosidad a prueba de bomba, de lo incómodo que era a
veces, de la aridez cortante de muchos de sus escritos. Luego, de mi libro de
relatos. Miguel Arnas Coronado, como
siempre generoso con ellos, loándolos, y espero que se haya divertido
leyéndolos como yo escribiéndolos.
La
segunda plaza visitada fue muy especial. Fuengirola. Gracias a la amabilidad de
dos buenos amigos, Alessio y Tatiana, montamos entre todos unos
representación sonada en el salón de su casa encaramada a una colina en la que
no faltó cava, vinos, refrescos, canapés y dulces. Una presentación entre
amigos de la que se encargó mi querida amiga Pilar Pino que habló de esas tertulias literarias que se entablaban
en ciertos salones franceses del XVIII. Pues eso hicimos. Ella habló de la obra
que conocía, y yo hablé de Marero, de
mi forma de escribir, de la versatilidad de ese menú degustación que ofrecía a
los lectores. También hablé de La
Frontera Sur, del Norte y Sur geográfico y el físico que tenemos en
nuestros cuerpos. Fue una velada sumamente agradable que duró más allá de la
informal presentación. Así es que esas presentaciones en casa de Alessio y Tatiana se van a repetir en un futuro si ellos quieren.
La presentación
en la Librería Rayuela de Málaga fue más ortodoxa, todo lo ortodoxa que tiene
hacerlo con alguien como Juan Madrid.
Fui a buscarlo a Salobreña. Comimos en Málaga, junto a la playa, en un antiguo
barrio de pescadores. Hablamos de nuestros libros, de mujeres (con Juan Madrid ese tema no puede faltar),
de algunas farras épicas pasadas, de los amigos en común, de los amigos que, poco
a poco, se nos van yendo. Bebimos de forma muy moderada y nos fuimos por la
tarde a Rayuela. Allí, entre los amigos, descubrimos a Ian Gibson y Carol, su
mujer, que nos honraron con su presencia; Pilar
Pino se reencontró con Juan Madrid
después de muchos años; yo, por fin, conocí en persona a mi buena amiga Rosa Burgos. Luego, todos nos fuimos a
comer por ahí. Y Juan Madrid olvidó
su sombrero panamá en mi coche y una llave, que le daré cuando lo vea.
El
colofón de esa gira por el sur fue San Roque. La Asociación Hércules de
Algeciras organizó este primer San Roque Negro en el que los escritores
invitados éramos el cordobés Francisco
José Jurado y el apátrida que escribe estas líneas. Por la mañana, en el
teatro Juan Luis Galiardo se representó en escena mi relato Marero, dramatizado, y hubo luego una proyección
de cortos, algunos muy notables. Al mediodía nos fuimos a comer todos a un
restaurante de esa hermosa población de Cádiz que el turismo no ha pervertido
porque busca otros lugares más próximos a la playa, y allí conocí al colega
marroquí Ahmed Oubali y a la
periodista Nuria Ruiz, una de las
impulsores del evento. Y por la tarde Francisco
José Jurado presentó la última aventura de su inspector Benegas y yo mi
peligroso Marero. Por la tarde hubo
un animado coloquio en torno a la novela negra, tan de moda estos días, en el
salón del Palacio de los Gobernadores moderado por Juan Emilio Ríos en el que participaron Francisco José Jurado, Ahmed
Oubali, el escritor y policía Cristóbal
Tejón, el autor algecireño Juan
Manuel Serrano y yo mismo.
Con el
San Roque Negro terminó ese periplo por tres provincias andaluzas en compañía
de Marero. Muchas gracias a los
colegas, a los amigos, a los conocidos y a los desconocidos con los que
compartí estas cuatro jornadas.
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