SOCIEDAD / SECESIÓN
SECESIÓN
Sobre lo que se está produciendo en
Catalunya he de decir que sorprende a propios y extraños. Todo el mundo sabe, y
lo saben más que nadie los independentistas, o secesionistas, que para que una
nación sea viable, la República Catalana vitoreada por la eufórica presidenta
del Parlament, hace falta, por lo menos, que el 60% de la población esté de
acuerdo con la secesión. Eso, ni de lejos es así.
Los independentistas, o secesionistas,
saben que una República Catalana, tal como se está planteando, no va a tener el
reconocimiento de nadie. A Artur Mas, cuando ha ido a explicar su proyecto de
país independiente por Europa, nadie lo ha recibido. A lo más que aspiran, y eso
es una confesión propia de los secesionistas, es a tener un puesto en la
UNESCO, y veremos.
Así es que si todos los diputados de
Junts Pel Sí, y una parte de los votantes, dejando al margen sus emociones, saben
todo esto, a qué se está jugando realmente estos días.
No dudo de la honestidad de la CUP y de
ERC, en su inmensa mayoría y en su justo afán por la independencia de Catalunya,
un territorio que nunca, a lo largo de la historia, fue nación independiente,
pero puede haber, nadie lo pone en duda, sentimientos independentistas
inducidos y la prueba es que la mitad del pueblo de Catalunya, o un poco menos,
ha apostado por esa opción en la última consulta electoral autonómica que los
ganadores han convertido en plebiscitaria. Pero desconfío de esos
independentistas de última hora de CDC, un partido con una corrupción sistémica
muy similar a la del PP. El 3, el 5 o el 10%, el caso Palau, el padrino
Pujol...Desconfío, sobre todo, de Artur Mas que lleva sin gobernar años,
empeñado en este proceso secesionista, y que cuando gobernaba aplicó políticas
de derechas, recortes y privatizaciones exactamente igual que lo hacía el PP y
ahora nos pinta un país idílico regido por la justicia social que nunca fue su
bandera. En su afán de seguir liderando Catalunya puede que le veamos abrazar
la bandera roja.
Las independencias, a lo largo de la
historia, o se consensuan entre las partes implicadas (Chequia y Eslovaquia) o
se hacen de una forma traumática (Yugoslavia). Así es que lo que toca ahora es
sentarse a hablar, con este gobierno o con el que vendrá, resituar Catalunya en
el mapa de España (fiscalidad propia) y pactar un referéndum vinculante, algo a
lo que el gobierno central, tozudamente, se ha negado pero ya no se puede
negar. Lo demás es un brindis al sol.
Yo las armas las tomo por la bandera
roja, no por la cuatribarrada o la rojigualda.
publicado en El Cotidiano
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