CINE / HORIZON, UNA SAGA AMERICANA, DE KEVIN COSTNER
Me apetece romper una lanza por una película incompleta (hay que tener en cuenta que es un cuarto de un megaproyecto de un megalómano) de uno de los actores / directores más denostados por los críticos no se sabe bien por qué razones, quizá por su independencia del sistema.
Kevin Costner, que ya nos
había ofrecido un par de westerns notables, Bailando con lobos y Open
Range, implicado personalmente en la fallida Yellowstone, ese
western serial moderno que dejaba muy buen sabor de boca en los capítulos que
pudimos ver, y actor en notables películas de Lawrence Kasdan como Wyatt
Earp y Silverado, es un enamorado de un género que la industria
norteamericana ha abandonado. Si tenemos en cuenta que Horizon: una saga
americana es el prólogo de cuatro historias que transcurren en paralelo y
hablan de la épica de la colonización del Oeste americano, el aperitivo es
suficiente apetitoso desde mi modesto punto de vista como para seguir con la
segunda, tercera y cuarta parte de este fresco histórico que quiere recuperar
la grandeza de los westerns clásicos y en el que la estrella de Hollywood ha
invertido todas sus energías y toda su fortuna como ha hecho Francis Ford
Coppola en su último film que está teniendo serias dificultades para llegar a
las salas, porque tanto la saga del Oeste como el experimento del director de El
padrino deben verse en pantalla grande, mientras más grande mejor, para
recuperar ese espacio que los sátrapas de Hollywood han dejado en manos de ese
cine basura de palomitas y vaso gigante de Coca-Cola de los superhéroes,
engendros cinematográficos sin guion ni actores, que todo lo fían a atronadores
efectos especiales. Así es que Kevin Costner, cabalgado en solitario por las
praderas del western, me merece todos los respetos como un Don Quijote que va
contracorriente. Quizá también por eso se le lapide.
Un asentamiento de
colonos en un espacio de los apaches que termina con un ataque salvaje de los
mismos y deja pocos títeres con cabeza; una mujer que escapa de su marido
maltratador y borracho con su hijo pequeño, después de tirotearlo en su cabaña,
y huye a un lugar lejano perseguido por sus familiares; una larga caravana de
carretas que se adentra en una zona desértica y hostil; un vaquero de vueltas
de todo que debe cargar con una joven prostituta y un niño, son algunos de los tramos
narrativos que abre el director de Bailando con lobos sin cerrar ninguno
de ellos, historias ambientadas en cuatro puntos distintos de esa inmensa
geografía, Colorado, Utha, Wyoming y Montana, que es Estados Unidos cuando era
un territorio virgen que los colonos pisaban sin tener en cuenta que había
otros propietarios: los nativos que exterminaron.
Este Kevin Costner
director recupera la épica de los viejos westerns clásicos de antaño, se mira más
en John Ford y en Howard Hawks, salvando las distancias, que en el realismo
sucio hiperbólico del espagueti westerns de Sergio Leone y compañía o en los
oscuros de Clint Eastwood que bebieron de su etapa almeriense. Hay belleza y
épica en una puesta en escena suntuosa en donde no faltan los elementos
arquetípicos del género norteamericano por antonomasia: las cabalgadas por las
llanuras, los tiroteos en los saloones, los forajidos (ese odioso Jamie
Campbell) a los que el espectador desea
despache el vaquero, la violencia, los cazadores de cabelleras, las incursiones
de los apaches, y todo esto en un escenario grandioso que Kevin Costner realza
con una fotografía que mima los detalles y una banda sonora eficaz que subraya
cada fotograma.
Se le puede achacar a
Kevin Costner, que se reserva uno de los mejores personajes de su película, el
del vaquero analfabeto de gatillo fácil y pasado limpio Hayes Ellison, que no
aporte nada nuevo al género, que sus secuencias ya las hayamos visto en otros
westerns clásicos. ¿Y qué? ¿Hay que innovar en un género tan genuinamente
americano como es el western?
Quizá, como pieza
incompleta que es, como parte de un prólogo grandioso que sitúa al espectador
en esos cuatro ejes narrativos, le falta emoción al conjunto y poner en
antecedentes al espectador en algunos aspectos. Los soldados del fuerte comandado
por el coronel Houghton (Danny Huston) marchan a combatir a los secesionistas
sin que haya una explicación previa de por qué se produce ese conflicto y
cuándo se ha declarado la guerra entre Norte y Sur. El ataque de los cazadores
de cabelleras contra el poblado apache es confuso y está muy torpemente narrado.
El asedio de la casa incendiada en donde resisten al ataque de los apaches
James Kittredge (Tim Guinee) y su hijo queda a medias, parece una escena
inacabada. El personaje estúpido de Hugh Proctor (Tom Payne) y su no menos
estúpida pareja Juliette Chesney (Ella Hunt), unos cursis que viajan en la
caravana de carretas son directamente prescindibles. Al esbozo de historia de
amor entre la viuda Kittredge (Sienna Miller) y el teniente Gephardt (Sam
Worthington) le falta ardor. Pero el
conjunto es de una belleza enorme, engancha al espectador en sus tres horas de
duración y le hace apetecer esa segunda, tercera y cuarta parte que completen
el fresco.
Entre tiroteos,
puñetazos, tipos desalmados, apaches crueles, hombres blancos racistas y casas
en llamas, destacaría una de las escenas más tiernas de la película: la prostituta
(la modelo australiana Abbey Lee Kershaw) regalándole un polvo al rudo vaquero Hayes
Ellison (Kevin Costner) antes de desaparecer para siempre de su vida.
Comentarios
Bailando con lobos es una de mis pelis favoritas, la he visto como cinco veces y ya había escuchado hablada esta saga y de estea especié e prólogo grandioso, que aunque le falte emoción y algunos antecedentes para comprender la historia, pues me llama mucho la atención.
Mi duda es de si ver esta ahora o esperarme a que estén todas las entregas, pero claro, eso puede llevar años, así que ya veré... SI decido verla será en pantalla grande, claro, ya que esa mimada fotografía y banda sonora lo merecen.
Volveré por aquí
Un saludo!!