CINE / REMEMBER, DE ATOM AEGOYAN
REMEMBER
Atom Egoyan
Remember,
y no sólo por el título (Recuerda)
sabe a Alfred Hitchcock. El armenio
nacionalizado canadiense Atom Egoyan,
cineasta con películas tan inquietantes como la sensual Exótica, reivindicativas del genocidio sufrido por su pueblo como Ararat o la dolorosa El dulce porvenir, se saca con este film
la espina que tenía clavada con las lamentables Chloe y Cautivos.
Remember,
y ahí reside su originalidad, es un trhiller de geriátrico con actores
octogenarios que interpretan a nonagenarios. Zev Guttman (Christopher Plummer), un judío superviviente del Holocausto aquejado
de alzheimer, cumple la promesa, cuando fallece su esposa, de buscar a Rudy
Kurlander, el criminal de guerra nazi que fue el verdugo de su familia. Como el
anciano pierde constantemente la memoria, deberá llevar consigo una carta con
instrucciones puntuales que un compañero de tormento y geriátrico, el impedido
Max Rosenberg (Martin Landau), ha
escrito para localizar al verdugo y vengarse de los suyos.
Atom Egoyan
adopta en este drama el punto de vista del tembloroso, frágil y desmemoriado
protagonista en esta road movie que
lo lleva a uno y otro lado de la frontera de Canadá con Estados Unidos y a localizar
a cada uno de los Rudy Kurlander (uno de ellos el actor alemán Bruno Ganz) hasta llegar al presumible
asesino (Jürgen Prochnow).
La
originalidad de la trama (una película de acción protagonizada por un anciano
desmemoriado puede parecer un oxímoron) se beneficia de un excepcional actor, Christopher Plummer, que interpreta con
convicción a su personaje en cada uno de sus temblorosos ires y venires. Lejos
del personaje de Burt Lancaster de Atlantic City de Louis Malle, que mataba para sentirse hombre, al Zev Guttman de Remember le mueve un instinto de
venganza aplazado tanto en el tiempo que quizá ya no resulte muy creíble.
Finalmente Atom Egoyan está más atento a los desvaríos de memoria, como el Memento de Christopher Nolan, y a que el espectador peche con ellos, que a
realizar un drama de altura sobre el crimen de crímenes y el sinvivir de los
sobrevivientes de esa tragedia humana que no tiene parangón histórico. Cobra
más importancia la enfermedad degenerativa del protagonista, y sus vicisitudes
para encontrar a su verdugo para convertirlo en víctima de una venganza aplazada—el encuentro con el
sheriff nazi John Kurlander (Dean Norris),
por ejemplo, ante el que simula ser un oficial de Auschwitz para ganarse su
confianza, hablar de su difunto padre y descubrir sus tesoros de guerra—que el trasfondo del
Holocausto que lleva a ese personaje a esa tardío itinerario buscando una
redención a través de la venganza.
La
pirueta final de Atom Egoyan hace
que la película derive, in extremis, hacia un drama de identidades en el cual
nadie es lo que aparenta y hasta cree ser. No es una gran película Remember, le falta emoción y tensión
dramática, pero no se suma a la lista de desvaríos a los que últimamente nos
tiene acostumbrado este otrora interesante director nacido en El Cairo.
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