CINE / QUE DIOS NOS PERDONE, DE RODRIGO SOROGOYEN


QUE DIOS NOS PERDONE
Rodrigo Sorogoyen
En su pase en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián Que Dios nos perdone, un thriller de género negro dirigido por Rodrigo Sorogoyen, un joven director que ha dado el salto de los platós televisivos a la pantalla grande, fue la película española que dejó mejor sabor de boca del certamen.
Estamos viviendo un momento dulce para el cine patrio de género negro que está alumbrando buenas películas de factura impecable que nada tienen que envidiar a los buenos thrillers norteamericanos o las que nos llegan del país vecino, quizá porque España siempre ha tenido una buena tradición en ese género desde muchos años atrás. Nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto, La noche de los girasoles, Celda 211, No habrá paz para los malvados, El niño o La isla mínima no son casos aislados, por fortuna.

Un asesino y violador de ancianas anda suelto por Madrid coincidiendo con la visita del Papa Benedicto a Madrid y la policía debe actuar con cautela para que la noticia no explote en la prensa. Coincide el tiempo cinematográfico de Que Dios nos perdone con la etapa más salvaje de la crisis y el movimiento de los indignados del 15M.  Dos policías muy diferentes en carácter y en método, el tartamudo e introvertido Velarde (espléndido Antonio de la Torre) y el violento y visceral Alfaro (Roberto Álamo), se harán cargo de una investigación exhaustiva del caso que les llevará a enfrentarse con sus superiores jerárquicos y con sus propios compañeros.


El director de Stockholm, por la que recibió el premio Goya a La Mejor Dirección Novel, dirige con brío este film policial y dibuja con verismo el perfil de esa pareja de policías tan diferentes, tan antitéticos en carácter como en lo físico,  pero que se complementan, huyendo de tópicos y de finales luminosos, y también el escalofriante modus operandi de ese asesino y violador de ancianas que, como todo psicópata, parece un ser empático. Hay una violencia ajustada y nada truculenta.  Ritmo y emoción garantizados de principio a fin, y final de altura.  


Hiru es un pequeño pueblo del valle de Arán próximo a Francia. Marcos, un forastero que viene del País Vasco, aterriza en él huyendo de su pasado turbio cuando ETA declara su alto el fuego unilateral e irreversible. Un día, en el bar del pueblo, que es su centro social, Marcos reconoce la voz del teniente de la guardia civil Antonio Muñiz, jefe del puesto, y vuelven a su cabeza dolorosos recuerdos del pasado. En esa pequeña localidad rural empieza una escalada de tensión entre sus pobladores. El odio, la desconfianza y el deseo de venganza afloran. Las rencillas solapadas dinamitan la aparente paz de ese enclave idílico y todos se preguntan quién es el forastero y qué ha venido a hacer a su población. Cazadores en la nieve es una novela negra ambientada en el ámbito rural que tiene como trasfondo el terrorismo, la lucha antiterrorista y sus abusos. 

Si algo define al género negro es que la carga de la prueba estará siempre contra el autor que rompa sus reglas, que quiebre la espina dorsal de lo establecido, que prenda fuego a los cánones y encienda la pasión lectora. Es lo que sucede con "Cazadores en la nieve", de José Luis Muñoz, un autor que está siempre bajo sospecha. No importan en ésta ni en ninguna de sus historias la absolución o la culpa, sino la furia y el temblor de una prosa que fatalmente te convertirá en su cómplice. (GUILLERMO ORSI) 

Si existe una escritura ilimitada, no sujeta a géneros ni modas, radicalmente libre y rigurosa, esa escritura es la de José Luis Muñoz (ALFONS CERVERA)

 Si lee Cazadores en la nieve habrán apostado sobre seguro. José Luis Muñoz nunca defrauda. (FERNANDO MARTÍNEZ LAÍNEZ) 






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