CINE / MAYA, DE MIA HANSEN- LØVE
MAYA
Mia Hansen- Løve
El cine
de Mia Hansen-Løve (París, 1981) se caracteriza por su afinado acercamiento al
mundo de los sentimientos. La directora de El
porvenir y Edén llega al fondo
del alma humana en dramas sin aspavientos escritos con una caligrafía cuidada.
Desde que vi Edén, film que tiene
mucho de biográfico (la realizadora dedicó el film a su hermano DJ) me declaro
seducido por el cine de esta directora, por su savoir faire exquisito.
Maya aborda un tema de rabiosa actualidad: los
reporteros de guerra y los peligros que corren en el desempeño de sus funciones
desde que se han convertido en objetivo de los contendientes. Gabriel (Roman
Kolinka) acaba de ser liberado por el ISIS en Siria, junto a su compañero (Alex Descas) tras una ardua negociación
por parte del gobierno de François Hollande con el grupo yihadista y el pago de
un abultado rescate. Una vez liberado, el reportero de guerra se encuentra como
ausente entre los suyos, rompe con su novia (Judith Chenia) y emprende viaje a Goa, la India, en donde nació,
tiene una casa abandonada y vive su madre que lleva una ONG, en una especie de
huida hacia delante. En Goa conoce a Maya (Aarshi
Banerjee), hija de su padrino que regenta un hotel, y entre ambos nace un
idilio que se va cociendo a fuego lento.
Mia Hansen-Løve plantea en el film el dilema amor y vocación
como factores antagónicos. Pesa demasiado en Gabriel su oficio de reportero de
guerra, la adrenalina que entraña el peligro, para que acabe asentándose con
una pareja. Le ocurre a él como a muchos artistas que sacrifican su vida
sentimental, por incompatible, por su pasión creativa.
Maya es una película hermosa que transcurre ante
los ojos del espectador como la serenidad de El río de Jean Renoir o
un cuento moral de Eric Rohmer. Mia Hansen-Løve consigue que lo
aparentemente intrascendente (las conversaciones entre los protagonistas, las
del protagonista con el propietario del hotel o con su madre) trascienda, sea
capital para entender a los personajes. Le debe mucho el film al encanto personal
de los dos jóvenes protagonistas de la historia y sus muy notables
interpretaciones que hacen de ellos Roman
Kolinka, actor fetiche de la directora que ya lo quiso para Edén y El porvenir, y la actriz hindú Aarshi
Banerjee; su juego de miradas, el lenguaje gestual y sus conversaciones
mientras pasean son la clave de su enamoramiento y, de paso, enamoran al
espectador.
No es Maya tan redonda como El porvenir (la música escogida como
banda sonora me chirría) ni tan dramática como Edén, pero deja en el espectador ese poso de tristeza inherente a
todo film de esta notable directora francesa.
Maya reflexiona sobre la
complejidad del amor cuando uno de los implicados decide que su forma de vida
no va a hacer feliz a su pareja y deja pasar ese tren que quizá se arrepienta
toda su vida de no haber cogido. La vida está tejida por las decisiones que
tomamos.
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