LITERATURA
LOS ESCRITORES
OLVIDADOS
Durante
mi juventud—que era la época en
la que más leía, hasta cuatro libros semanales que intercalaba con otras tantas
sesiones de cine de programación doble, y aún me sobraban horas, lo que para mí
ahora resulta un misterio y habla bien a las claras de la relatividad del
tiempo—cayeron en mis manos
una serie de libros de escritores que estuvieron de moda en aquel entonces y de
los que luego las editoriales se olvidaron no sé por qué criterios.
Había entre esa lista de autores un
español del que ahora nadie se acuerda, Armando Palacio Valdés, y del que leí,
si la memoria no me flojea, La hermana
San Sulpicio. Ovetense, amigo de Leopoldo Alas Clarín, perteneció a la
generación de escritores realistas españoles del siglo XIX. Preguntas a
cualquiera quién era Armando Palacio Valdés y al noventa por ciento de la gente
ni le suena su nombre.
Había dos autoras que me fascinaban por
su exotismo en una época en que la gente viajaba muy poco y hacerlo a través de
los libros era una solución cómoda, más teniendo en cuenta que cada libro es por
sí mismo un viaje. Recuerdo a Vicki Baum, que nació en Austria y murió en
EE.UU., adonde se exilió huyendo del horror nazi, y sus novelas de viajes por
hoteles lujosos como Gran Hotel que
fue llevada con bastante éxito al cine y protagonizó la gran Greta Garbo. Ahora
apenas nadie se acuerda de ella.
Otra escritora amante de los ambientes
exóticos, fascinada por Oriente, y cuyos libros me llevaron de alguna manera a
esos parajes mucho más tarde, fue Pearl S. Buck. La escritora estadounidense,
que ganó el premio Nobel de literatura en 1938, vivió durante cuarenta años en
China y el país asiático fue el escenario recurrente de toda su obra literaria que
fue adaptada en tres ocasiones al cine. Inexplicablemente dejó de editarse hace
mucho tiempo y, al parecer, a ninguna editorial española le apetece volver a
hacerlo.
El caso de Erskine Cadwell, un gran
autor norteamericano, es el paradigma del escritor a la sombra como le ocurrió
a Bioy Casares con respecto a Borges, con la salvedad de que los argentinos
eran además muy buenos amigos. El autor de La
ruta del tabaco, cuyas dotes literarias siempre fueron extraordinarias y
captó la esencia del sur de Estados Unidos como nadie, tuvo la mala suerte de
ser contemporáneo de dos pesos pesados de la literatura norteamericana que
solaparon su talento: William Faulkner y John Steinbeck. Olvidado durante años
por el mundo editorial, ha sido reeditado, felizmente, en Navona, pero me temo
que sin mucho éxito.
Knut Hamsum, un escritor noruego que
obtuvo el premio Nobel de literatura en 1920, fue olvidado a conciencia por
motivos puramente extraliterarios pero que pesaron enormemente en la
divulgación y valoración de su obra. Su fervorosa adscripción a la Alemania
nazi y su admiración por Adolfo Hitler ocultó una obra literaria extraordinaria
que se reedita con cuentagotas y sentimiento de culpa.
Dicen que el tiempo pone a cada uno en
su lugar. La afirmación es relativa y, en muchos casos, injusta. Todos y cada
uno de estos escritores que nombro aleatoriamente, por haberlos leído en una
etapa determinada de mi vida, merecen sin duda una eternidad que la moda u
otras circunstancias les niega.
Comentarios
Gran articulo amigo mío.