SOCIEDAD / USO Y ABUSO DEL CASO WEINSTEIN
USO Y ABUSO DEL CASO
WEINSTEIN
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Weintein, el productor en el cenro de la polémica |
Creíamos que el mundo de Hollywood había
cambiado, pero no. En el Hollywood de los años dorados, si eras chica y no eras
Bette Davis o Joan Crawford, debías pasar por una serie de camas, una especie de
meritoriaje sexual, para conseguir un papel y debías seguir metiéndote en la
cama con viejos y gordos productores, ser sobada por directores (dicen del mago
del suspense que era de esos, un sobón de rubias) para que tu carrera no se
torciera. En ese Hollywood Babylonia de moral laxa los abusos sexuales no
extrañaban a nadie y hasta los muy machos como Clark Gable debían bajarse los pantalones para iniciar su carrera.
Era el precio que se pagaba por la gloria pasajera y la felicidad impostada que
dejaba de vez en cuando bellos cadáveres
en la cuneta como el de Marilyn Monroe.
Lo que parecía historia, unos hábitos de un
pasado machista execrable, resulta que son actualidad en cuanto se ha destapado
el escándalo de Harvey Weinstein, el
productor del que hemos visto cientos de películas, y que ha sido acusado por
una serie de actrices de haber abusado de ellas siguiendo el viejo patrón de
Hollywood de que para conseguir un papel en una película, si eres mujer, antes
tenías que pasar por una serie de camas y comportarte como una avezada hetaira.
El tipo, según diversos testimonios que salen con muchos años de retraso a la
luz, acosaba y violaba a discreción a sus actrices, era tan depredador sexual
como lo fue el presidente del FMI Dominic
Strauss-Kahn, e imponía a su alrededor la ley del silencio para que sus
tropelías no fueran denunciadas aunque ahora resulte que todo el mundo las
conocía.
Lo malo es que el movimiento de denuncia, muy
loable en sus principios, está tomando un cariz ultraconservador y puritano que
supone un retroceso en las libertades sexuales conseguidas a base de mucho
esfuerzo, y se está confundiendo seducción con acoso. La mirada, la insinuación
sexual o decirle a alguien que te apetece tener sexo no puede ser considerado
acoso salvo que se haga de una forma insistente e intimidatoria. Algunas
personalidades francesas como la actriz Catherine
Deneuve o la escritora Catherine
Millet han salido al trapo con un
manifiesto crítico a esa cadena de denuncias y les han llovido chuzos de punta
por parte de las feministas. Se están confundiendo los términos y puede estar
naciendo un puritanismo reaccionario que demonice el sexo, el cuerpo humano (y ahí
están las ridículas prácticas censoras de redes sociales como Facebook) y hasta
cuestione la libertad artística a raíz de sucesos lamentables y condenables. El
caso del famoso cuadro de Thérese Dreaming de Balthus, tachado de incitación a la pederastia que se ha pedido se
retire del Metropolitan Museum de Nueva York, sería un buen ejemplo. Quizá
ahora lo tendría muy difícil Vladimir
Nabokov para publicar Lolita,
Nagisha Oshima para rodar El imperio de
los sentidos o Robert Mapplethorpe para hacer sus fotos de penes erectos.
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