LITERATURA / ELEGÍA PARA UN AMERICANO, DE SIRI HUSTVEDT
ELEGÍA PARA UN AMERICANO
Siri Hustvedt
Nueva edición, ésta al socaire del premio Princesa de
Asturias de la autora en 2019, de Elegía
para un americano escrita por Siri
Hustvedt en 2009, novela testimonial y memorialista que es un ejercicio de
autoficción o metaliteratura, al que tan aficionado es su marido Paul Auster, y que perfectamente podía llamarse Elegía para un padre. El suyo. Una vez muerto mi padre, ya no pude volver a
conversar con él en persona, pero continúe haciéndolo en mi mente.
En un continuo ir y venir del presente al pasado, el
protagonista Erik Davidson (el padre de Siri Hustvedt era Lars Davidson) ,
psiquiatra de profesión, revive, a través de unos cuadernos de su progenitor encontrados
en una caja olvidada, anécdotas familiares con la complicidad de su solitaria hermana
Inge— Lo que yo quiero es un hombre. Mi
cuerpo se resiente por falta de caricias. Empiezo a sentirme tensa, acartonada.
— divorciada del perturbado Lane.
Conocemos a un Erik Davidson dubitativo a través de sus complejas
relaciones con las mujeres. Su historia con Laura Capelli, esa joven guapa y
sensual—Laura me condujo silenciosamente
por la casa, pasamos por delante de la habitación de su hijo, momento en que
Laura hizo el gesto de llevarse el índice a los labios, y subimos a su
dormitorio, donde nos tiramos sobre la cama y nos afanamos en el empeño de
liberar botones y cremalleras. Nuestros labios y lengua se encontraron. Su piel
olía a talco y a vainilla y tenía cierto sabor salobre. — actúa como paliativo de su relación frustrada con Miranda, su verdadero amor—Me quedaría corto si dijera que aquella noche Miranda estaba bellísima.
Cuando la vi aparecer por la puerta me quedé mudo de admiración. Llevaba un
jersey blanco con los hombros al aire, pantalones negros y unos aros dorados en
las orejas, pero lo que más me fascinó fueron su cuello y sus brazos, tan
largos y finos, así como el brillo de sus ojos, por no hablar de su porte. —
con quien tiene fantasías eróticas— Pero
a medida que aumentaba mi apetito masturbatorio, era inevitable que en mis
fantasías apareciese Miranda. Las cópulas imaginarias que tenía con su trasunto
no eran delicadas sino enloquecidas y
furibundas, y me dejaban con un gran sentimiento de culpa, además de una
angustia que se hincaba en mi pecho como una fría lanza de hierro. —
La novela es un fresco
familiar —Mi abuelo era amable con
nosotros y a mí me gustaban sus manos, incluso la derecha, a la que le faltaban
tres dedos que una sierra mecánica se había llevado por delante en 1921. —y
social que recorre los últimos años de la vida de Estados Unidos y rinde
homenaje a los que arribaron al Nuevo Mundo en busca de uno mejor, apegados a
esa tierra de la que obtenían frutos —Una granja en la que envasaban y guardaban
lo que fuera posible para afrontar los largos inviernos en los que las
carreteras se quedaban bloqueadas durante días, incluso meses.
Narrada en primera persona, Elegía para un americano es tan narrativa como reflexiva. Erik Davidson
se hace preguntas constantemente sobre la muerte —La primera vez que tuve el cerebro de Dum en mis manos, lo primero que
me sorprendió fue su peso y luego algo que había pretendido ignorar hasta ese
momento; la idea de que aquello que tenía delante había sido una vez un hombre
vivo, un septuagenario bajo y fornido que había fallecido de un ataque al
corazón. Cuando estaba vivo, pensé, todo su mundo estaba en ese cerebro: las
imágenes y palabras que guardaba dentro de sí, sus recuerdos de los vivos y de
los muertos. —; la sensación de
ausencia cuando desaparece un ser querido—
Soy consciente de que la ausencia de mi padre había desatado aquella necesidad
de anotar mis actos y sentimientos, pero al deslizar la pluma sobre las páginas
comprendí algo más: yo deseaba responder
con mis palabras a lo que él había escrito. Estaba hablando con un muerto. —;
y el trauma — El trauma no es parte de
una vivencia; está fuera de toda vivencia. Es aquello que nos resistimos a que
forme parte de nuestras vivencias. —entre otras.
Novela sobre la memoria —La memoria solo nos brinda sus dones cuando algo del presente la
refresca. La memoria no es un depósito de palabras imágenes fijas sino un entramado neuronal de asociaciones que funcionan de un modo muy dinámico,
que nunca descansa y que está sujeto a continúas revisiones cada vez que
sumamos alguna fotografía o frase del pasado. — que gira sobre un personaje que ya ha hecho
mutis por el escenario —Sabía que se
estaba muriendo, que nunca volvería a casa, que nunca volvería a ver otra cosa
que aquello que divisaba desde la estrecha ventana de su habitación o los
compañeros de geriátrico.
Siri
Hustvedt (Minnesota, 1955) perfila con maestría y cariño todos sus
personajes (p.e. Eggy, la sobrina adorable de Erik), los dota de humanidad y colma
de pequeños detalles y anécdotas enriquecedoras su novela. Ejemplar ese tándem literario
formado por ella y su marido Paul Auster.
Ambos comparten prestigiosos premios literarios (Príncipe/Princesa de Asturias)
y escriben en su apartamento neoyorquino sin que sus novelas se entrecrucen ni
sus egos se peleen.
Mi libro 50 ya a la venta en ebook y papel.
Un viaje por la vida.
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