SOCIEDAD / CABEZAS CORTADAS

Cabezas cortadas

Andaba la caverna mediática tan centrada en pedir la cabeza del vicepresidente segundo del gobierno, para así, de paso, cortar con la misma hacha la del presidente y acabar con ese nefasto gobierno socialcomunista Frankenstein de coalición, que la sorpresa se la ha dado el jefe de la oposición decapitando a su verso suelto Cayetana Álvarez de Toledo que ya estaba en desgracia y caída libre desde el momento en que no se contó con ella en ese pacto para reconstruir este país en ruina sanitaria y económica.

Las imputaciones contra algunos de los miembros de Podemos por esa supuesta caja B de la que habla de oídas el abogado despedido y despechado parecen de chichinabo, como todas las tropecientas imputaciones anteriores. Si tanta inquina despertamos y tanto nos odian, dijo hace unas semanas el líder de la formación morada, es que algo estamos haciendo que les sulfura pese a que somos un partido pequeño.

Lo de Cayetana es otra historia. No le negaré a esta mujer aguerrida, que no se achanta ante nadie y utiliza en sus vibrantes intervenciones su acento franco argentino exótico, su valía retórica. Es de las que se escucha cuando habla y arma bien sus discursos aunque le puedan sus excesos verbales como llamar terrorista al padre de Pablo Iglesias por repartir panfletos de los FRAP, que le costará una sanción económica, e ironizar sobre el consentimiento en las relaciones sexuales con “¿Tendrá la mujer que ir diciendo sí, sí, sí, sí, hasta el final?”.

El giro copernicano de Pablo Casado, hasta ayer muy cayetanista (era la niña de sus ojos, su apuesta personal, la de él y las FAES) lo veo como una de las muchas traiciones que se dan en la vida política. A Cayetana la han asesinado por la espalda, como a Julio César, y en vez de permanecer callada, como hacen casi todos los políticos en esa tesitura, se ha rebotado, lo que la honra, contra esa decisión. Ella sigue siendo de una pieza, escorada hacia la extrema derecha adonde, con el tiempo, podría ir a parar si los Abascal, Ortega Smith y Espinosa de los Monteros no fueran tan cutres (una marquesa desentonaría en esa manada); quien demuestra no serlo es Pablo Casado que si para ganar votos tiene que cambiar su discurso y su programa, lo hace. Lo honesto, en vez de decapitar a Cayetana, hubiera sido que el propio Casado hubiera puesto la suya en la guillotina antes de que Núñez Feijóo o Ana Pastor le muevan la silla.

De todo esto me quedo con que Aznar debe de estar rabioso en su último intento de hacerse con el PP por persona interpuesta. Un PP escorado a la moderación, homologable con la derecha europea, sí que puede ser letal para este gobierno.

Eva Steiger, periodista de la ZDF, especialista en temas de actualidad, entrevista para un documental de televisión al magnate del acero Günter Meissner. Durante la guerra mundial fue un temible y cruel oficial de la SS de Auschwitz pero ahora se ha convertido en un respetado y reputado empresario. Durante la entrevista, el ex oficial nazi trasmite en todo momento la imagen de un tipo elegante, educado y encantador; nada que ver con un torturador o un verdugo, aunque a Eva le inquieta mucho la frialdad con la que contesta sus preguntas, rebate sus acusaciones o intenta justificar sus crímenes.

Días después, la periodista mantiene también un extensa y detallada entrevista con Yehuda Weis, superviviente del campo de extermino que la afecta y remueve profundamente.

Cuando la ZDF emite el documental por televisión Weiss reconoce en Meisser al hombre que lo condenó y salvó cuando estuvo confinado en Auschwitz. Pero éste se siente incapaz de llevar a cabo su venganza.

XI Premio de Novela Ciudad de Badajoz

"El mal absoluto" se puede dividir en dos partes claramente complementarias. La primera me resultó bastante interesante ya que se plantean una serie de cuestiones muy complejas que aluden al grado de responsabilidad del pueblo alemán en el genocidio. ¿Fueron sólo culpables los nazis?; si los alemanes tampoco protestaron ni se manifestaron en contra del confinamiento de judíos en campos de exterminio ¿No fueron responsables también de todos esos crímenes por omisión?; si Alemania apoyó masivamente a Hitler, creyéndolo como el líder necesario para acabar con la crisis, ¿no habría pasado lo mismo en idénticas circunstancias?, ¿La caída del muro de Berlín ha fortalecido el florecimiento del neo-nazismo...?

Pero también se plantean cuestiones de hondo calado ético y moral: ¿Llevamos todos nosotros un nazi dentro, un torturador escondido, esperando la más leve oportunidad para salir a la luz? ¿Habríamos cometido muchos de nosotros los mismos crímenes de haber sido oficiales de la SS? Meissner defiende la teoría de que sí. Sin embargo, Eva se resiste a aceptar algo semejante.

Durante gran parte de la novela (hasta la página 220 aproximadamente), los personajes dialogan, se confiesan, discuten, polemizan, expresan sus inquietudes y temores sobre las cuestiones antes apuntadas. Destacan, en ese sentido, por su larga extensión las dos entrevistas que Eva mantiene primero con el verdugo (Meissner) y después con la víctima (Weiss); en especial la segunda en la que el superviviente de Auschwitz le responde a un largo cuestionario en el que detalla a la periodista cada una de sus nefastas o dolorosas experiencias como prisionero en el campo de exterminio. Realmente impresionante.

José Luis Muñoz sabe dialogar muy bien, dotando a las conversaciones de la fluidez y la tensión necesaria para que se lean bien. Este bloque motivará bastante no sólo a los previamente interesados por el tema del genocidio judío sino a todos aquellos lectores que busquen que una novela les haga también pensar un poquito. En ese sentido, en "El mal absoluto" se plantea una interesante reflexión sobre las raíces del mal o de la crueldad. ¿Es algo intrínseco al ser humano y sólo hay que encontrar un medio para darle cancha o por el contrario no todos estamos habilitados para ejercer de torturadores o asesinos?

A partir del momento en que Weiss decide hacer justicia, la narración se transforma en un intenso thriller que se me antoja bastante bien engarzado con la primera parte de la historia, evidentemente mucho menos emocionante y más discursiva. Todo esto se traduce en el (casi) perfecto equilibrio narrativo del texto en el que ambas partes comparten sin fisuras la misma sobriedad expositiva así como idéntico ritmo y agilidad.

De este modo, José Luis Muñoz demuestra en esta novela ser un narrador sobrio y directo, poco amigo de las descripciones minuciosas o excesivas y que sabe ir al grano, aspectos fundamentales para que la trama avance con la soltura y celeridad adecuada.

                                                                                    Joseph B Macgregor en ANIKA ENTRE LIBROS

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