CINE / SOLE, DE CARLO SIRONI
SOLE Carlo Sironi
Finiquitada la etapa de oro del cinema italiano, una
de las cinematografías más importantes de Europa, esos tiempos gloriosos y
gozosos en los que campaban Roberto
Rossellini, Federico Felllini y Michelangelo Antonioni, con una forma
de hacer películas diametralmente opuesta el uno del otro, y luego esa otra de
cine social con Pier Paolo Pasolini,
Bernardo Bertolucci, Damiano Damiani, Marco Bellocchio, Ettore
Scola, Elio Petri y un largo
etcétera, cineastas tan notables como incisivos, el cine que se hace en la bota
europea comienza a revitalizarse en un continente que no está para muchas
fiestas artísticas. Valores consolidados como Paolo Sorrentino (La gran
belleza, Silvio, La juventud), Mateo Garrone (Gomorra) y
Asia Argento, a los que habría que
añadir Carlo Sironi (Roma, 1983), el
director de esta opera prima Sole,
están revitalizando un cine que había entrado en un bucle de decadencia.
Ermanno (Claudio
Segaluscio) es un joven desarraigado y taciturno de la periferia urbana que
roba motos y coches y parece no tener futuro. Su vida cambia cuando se cruza
con Lena (Sandra Drzymalska), una
joven polaca y vientre de alquiler, que llega a Italia para vender a su bebé al
tío de Ermanno, y la misión de ese
muchacho será vigilarla para que cumpla el trato. Cuando llega el momento de la
transacción les envuelven las dudas a ambos.
Sole es una película que tiene magia en su sencillez expositiva. Aunque el
espectador no acaba de conocer a los dos personajes principales de la función,
que no alardean de dotes comunicativas precisamente, acaba empatizando con ellos
conforme avanza la historia y va derritiéndose esa capa de hielo que los cubre.
El impertérrito e inexpresivo Ermanno se va humanizando a medida que conoce a
Lena y se encariña de lo que lleva en su vientre hasta el punto de ilusionarse
con esa paternidad impostada que servirá para dar visos de legalidad a la adopción
de la criatura por su tío.
Por momentos, por la frialdad de las
interpretaciones, por la fotografía gélida y los escenarios feístas y
desoladores por los que se pasea la cámara, el paisaje de la desesperanza para
unos muchachos que tienen toda la vida por delante pero carecen de ganas de
vivirla porque ya se sienten derrotados en su inicio, Sole podría ser un film de Michelangelo
Antonioni con personajes desclasados, está más cerca del maestro milanés
que del meridional Fellini.
Sole termina siendo una radiografía extraordinaria y realista de esos dos
seres abocados a la nada más absoluta que resucitan con su encuentro y se
complementan para tener un futuro. Es
una película de sutilezas, miradas y gestos inaprensibles, huérfana de
palabras, rodada con una economía de medios extraordinaria que termina con un
rayo de esperanza tras un final desolador. Ternura hecha imagen es lo que
consigue este director primerizo con una obra extraordinariamente madura.
"Excepcional
en la historia de la literatura en España, José Luis Muñoz ha escrito obras
sobre casi todos los géneros, desde la novela negra -donde es un indudable
maestro- a la erótica, de la denuncia social a la novela histórica, sin renegar
por ello de su visión de un ser humano capaz de la máxima crueldad, pero
también de enfrentarse a la injusticia. La ambiciosa y soberbia El centro
del mundo es un magnífico ejemplo de este creador genial y
variopinto". JOSÉ CARLOS SOMOZA
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