LITERATURA / VIRGINIA WOOLF
Virginia Woolf
Tal día
como hoy, en Kensington, Reino Unido, nacía Virginia Woolf, una de las
escritoras más extraordinarias que ha dado la literatura y yo descubría,
fascinado, sus libros en la inabarcable biblioteca de mi padre gracias a su
escrupuloso orden alfabético que yo mantengo en la mía. Tenía 16 años cuando el
lector precoz que yo era leyó Al faro, Las olas, La señora
Dalloway y Orlando. No eran de lectura fácil. Se escapaban esas
novelas de la narrativa convencional para derivar a una especie de género mixto
entre esta y el ensayo. Leyéndolas se podía adivinar el alma atormentada de una
mujer que escribía desde el dolor sin saber que su obra iba a ser tan
trascendente. En unos tiempos en que la mujer estaba relegada a acompañar y
apuntalar al marido, la británica nacida en Londres se erigió como un
estandarte del feminismo, pese a adoptar forzosamente el apellido de su
cónyuge, como miembro del selecto grupo de Bloomsbury en el que estaban E.M.
Foster, J.M. Keynes, Bertrand Russell, Ludwig Wittgenstein, Gerald
Brennan, Dora Carrington, Lytton Strachey, la elite de los
escritores, poetas, pintores, economistas y filósofos de su tiempo.
Virginia
Woolf debió
heredar los genes literarios de su padre Leslie Stephen que era novelista y
ensayista. En el hogar de la joven Virginia se respiraba literatura por todos
los poros porque lo frecuentaban gente como Thomas Hardy o Henry
James. Esa Virginia Woolf de la alta burguesía británica, crecida en
un exquisito ambiente victoriano, pasaba los veranos junto a la playa, en
Cornualles, en la regia casa de Talland House desde donde podía ver
perfectamente la silueta del faro de una de sus novelas.
La
muerte y la desgracia la acecharon durante toda su vida y dejaron su impronta
en su literatura, un poso dramático indeleble. Pierde a su madre a los 13 años,
y a su hermana Stella dos años después, durante su noche de bodas a causa de
una peritonitis. Cuando, poco más tarde, muere su padre se produce su primera
crisis nerviosa, agravada por los abusos sexuales que sufrió a manos de sus
hermanastros George y Gerald Duckworth. Todos estos
acontecimientos influyen en su disfuncionalidad mental que la acompañará
durante toda su existencia.
Una Virginia
Woolf de treinta años se casa con Leonard Woolf, un judío escritor y
editor con el que crea la editorial Hogarth Press que publica a Katherine
Mansfield, T.S. Elliot, Sigmund
Freud y toda la obra de la escritora. Inicia, dentro de un matrimonio
abierto, una relación amorosa con la también escritora Vita Sackville-West
a quien dedica su novela Orlando. A los críticos de la época les cuesta
tiempo entender la obra de esta exquisita escritora, más reflexiva que
narrativa, y no la reconocieron hasta la publicación de Al faro y La
señora Dalloway. Virginia Woolf practicaba una literatura intimista
a través de la cual desnudaba su alma, algo más propio de la poesía que de la
narrativa. El trastorno bipolar que padecía y la sumía en periódicas
depresiones, la secó literariamente hablando hasta el punto de que llegó un
momento que ya no pudo escribir más, y para ella no había vida más allá de la
literatura, y fue cuando se quitó la
vida arrojándose a un río y dejando a su esposo Leonard una de las más emotivas
cartas de despedida jamás escrita: ·”No puedo seguir arruinando tu vida durante
más tiempo”, le dijo.
Hoy, Virginia
Woolf, sigue más viva que nunca y la reviviré de forma particular entre las
líneas de una edición de su novela Orlando de la Editorial Sudamericana
de 1943, ocho años antes de que yo naciera, traducida del inglés por Jorge
Luis Borges, un lujo que puedo permitirme gracias a mi padre.
La conquista de México por Hernán Cortés en una novela épica que relata con precisión ese extraordinario momento histórico.
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