CINE / LAS OCHO MONTAÑAS, DE FÉLIX VAN GROENINGEN Y CHARLOTTE VANDERMEERSCH
Sin pretensiones cinematográficas, con pasmosa placidez y sencillez, sacando el mejor partido a unos paisajes espléndidos de aquí, los Alpes, y de allá, la cordillera del Himalaya, y del feeling que se da entre los protagonistas de esta historia que actúan en estado de gracia absoluta, Las ocho montañas, guion adaptado de la novela homónima de Paolo Cognetti, se convierte en una de las más sensibles epifanías erigidas en torno a la amistad masculina, sin que medie el sexo, y confronta dos formas de entender la vida, la del que se cierra en sí mismo, y es feliz en su reducto, y la del que necesita ampliar horizontes, y también lo es.
La película, a ratos muy lírica, impregnada
de ese paisaje que la envuelve y se convierte en el tercer protagonista, con
personajes incrustados en el hábitat natural como en Dersu Uzala de Akira Kurosawa o Las
aventuras de Jeremiah Johnson de Sydney Pollack, va más allá de esa relación de amistad tan bien tratada, con sus
crisis y distanciamientos correspondientes, cuando Pietro, el chico de ciudad,
comprende lo injusto que fue con su padre (Filippo Timi), lo poco que supo
apreciarlo y lo mucho que podía haber compartido al descubrir esa casa en
ruinas que compró casi en secreto, con la ayuda de su amigo Bruno, y que los
dos amigos restauran en su recuerdo.
Las
ocho montañas recibió el Premio del Jurado del Festival de
Cannes en 2022, el de mejor fotografía en la Seminci de Valladolid y 4 premios
David di Donatello. Sus directores
Félix Van Groeningen (Gante, 1977) y la actriz Charlotte Vandermeersch
(Oudenaarde, 1983), su pareja en la vida real, dirigen con extrema sensibilidad
este film apologético de lo que podríamos denominar cine de montaña. Una
película sencillamente bonita y tierna.
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