CINE / O CORNO, DE JAIONE CAMBORDA
El
talento en el cine se demuestra con los pocos medios que se invierten en hacer
una película. Ingmar Bergman o Luis Buñuel eran capaces de rodar sus películas
en un solo escenario sacando partida de sus excelentes actores a los que sabían
dirigir. Valga esta consideración para esta exquisita ópera prima hablada en su
totalidad en gallego de la joven directora vasca Jaione Camborda (San
Sebastián, 1983) que se abre con un parto, filmado en tiempo real, lo que puede
exasperar a algún espectador, y se cierra con otro. Una alegoría sobre la vida
y la solidaridad femenina en una película de ambiente rural en la que los
detalles cuentan, la fotografía, con sus claroscuros, narra, y las actrices no
interpretan sino que viven sus papeles.
María
(una prodigiosa y contenida Janet Novás) es una mariscadora de la Illa de
Arousa que a veces ejerce de partera y otras ayuda a abortar a muchachas que
quedan embarazadas y no quieren seguir adelante. La muerte de una adolescente
le salpica de lleno y debe huir y pasar a la vecina Portugal aprovechando las
redes de contrabando de tabaco. Allí una prostituta negra (Siobban Fernandes)
la acogerá en su modesta vivienda a cambio de que cuide de su niña pequeña
mientras ella trabaja.
Ambientada
en los años setenta, cuando el franquismo aún coleaba (se ven tricornios que
vigilan ese puesto fronterizo entre Galicia y Portugal), la película es un
canto feminista a la solidaridad entre mujeres y a la maternidad. Rodada con
exquisitez extrema, destacan, entre otras muchas, esa escena de sexo que María
tiene con el mago (Diego Anido, uno de los hermanos asesinos de As bestas), de noche en un maizal,
turbadora y erótica gracias a que una iluminación prodigiosa se centra en
fragmentos del cuerpo (un pecho lamido, un vientre con una enorme cicatriz
besado) de María mientras otros quedan velados, o esa otra en la que la
prostituta negra acepta dar de mamar a su cliente venal.
O corno, el nombre del grano de un cereal
abortivo, es un drama rural, una mirada
lucida e inteligente a esa España y esa tierra en donde las mujeres
mariscadoras trabajaban y parían al mismo tiempo, eran el pilar fundamental de
las familias y se hermanaban cuando una de ellas tenía problemas. Una película
bella, poética, cruda y profunda que queda en la retina del espectador y está
rodada con mínimos elementos. Esa es la magia del cine cuando detrás hay un
inmenso talento.
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