CINE / OSCAR 2024: AUSENCIA DE GLAMUR



Vaya por delante que año tras año la ceremonia de los Oscar se hace cada vez más soporíferas y tienen menos encanto. La de este año ha sido de una pobreza y falta de imaginación extremas. Deberían tomar nota de los Goya. No hubo glamur, actores ni actrices guapas salvo Ryan Gosling, Charlize Theron, Zendaya o Margot Robbie, ni figuras míticas (lejos quedan los tiempos de Marlon Brando o Paul Newman, de Marilyn Monroe o Ava Gardner) porque los actores y actrices de hoy en día son gente muy corrientita, que los podemos ver en un supermercado, un estanco o una cafetería. A mí que siempre me gustó soñar no me identifico con ninguno de los talentos cinematográficos que llenan las pantallas del cine norteamericano. Además, la ceremonia estuvo tan pesimamente rodada que ni siquiera pude enterarme, porque el plano era general y a años luz de la pantalla del ridículo escenario, de los que se habían despedido de la vida más allá de Ryan O’Neal o Glenda Jackson. 


 Estaba cantado, y lo siento por J.A. Bayona que sin duda iba con su mejor película y se fue de vacío, que la extraordinaria película de Jonathan Glazer La zona de interés se iba a llevar estatuilla. Lo que no se esperaban es que al recogerla se hiciera un alegato contra la masacre salvaje que está cometiendo Israel, que parece haber olvidado Auschwitz, en Gaza. La película del director británico hablada en alemán es de los mejor de la buena cosecha de este año: atroz sin mostrar el horror. Todo un desafío explorando los límites del fuera plano. 



Que Openheimer y Christopher Nolan fueran los grandes triunfadores de la ceremonia estaba en todas las quinielas, pese a la pifia de Al Pacino. La larga película del director de Memento vuela a muy buena velocidad gracias a un montaje prodigioso, pero uno echa mucho de menos las consideraciones morales sobre ese invento terrorífico. Quizá el propio sabio no las tuvo. Nolan es un director brillante cuando no se echa en brazos de lo cuántico, entonces resulta aburrido e insoportable. El Oscar que se llevó Robert Downey Jr. fue más que merecido: esta es su mejor interpretación. Yo, para discrepar algo, no le hubiera dado el Oscar al irlandés Cillian Murphy sino a Bradley Cooper que deslumbra interpretando a Leonard Bernstein en Maestro, otra de las grandes olvidadas. 



En cuanto al film de Yorgo Lanthimos, Pobres criaturas, obtuvo unos cuantos técnicos muy merecidos a fotografía, vestuario, diseño de producción, y se llevó el de interpretación femenina a Emma Stone. Los que se quedan se fue con el de actriz de reparto, a DaVine Joy Randolph para cumplir cuota, porque su interpretación no es nada del otro mundo, una película absolutamente convencional y a años luz de otras (Nebraska) de Alexander Payne, que yo le habría dado a Jodie Foster por Nyad. Y Scorsese y su western se fueron de vacío, pero es que es una de las peores películas de ese director genial. Hice mi quiniela y anoté siete aciertos. 
No jugué con nadie, porque siempre pierdo. Pero la ceremonia me produjo una enorme tristeza porque era la decadencia del cine norteamericano que, desprovisto de sus mitos, ya no es lo que era, esa fábrica de sueños.


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