SOCIEDAD / TOGAS AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS
Hace unos meses el togado Vicente Guilarte
Gutiérrez, presidente del caducado, por cinco años, Consejo del Poder Judicial
(lo que hace que no tenga ninguna legitimidad y sea como escuchar al vecino de
barra), clamaba contra la clase política en general (salvo los suyos del PP y
VOX, digámoslo claramente) por inmiscuirse directamente en las decisiones
judiciales. Los políticos (de izquierdas, los de derechas están encantados con
esos togados claramente adscritos a sus filas) no pueden criticarlos, pero
estos sí interfieren constantemente en las decisiones del poder legislativo
(porque no son de los suyos) y se manifiestan públicamente, con sus togas
negras y puñetas, contra una ley, la de la Amnistia, que ni siquiera conocen ni
está aprobada. Caso flagrante de que el lawfare campa a sus anchas en nuestro
país.
La última aberración que he oído de sus
señorías, cada vez más hundidas en el fango del total desprestigio social, es
eso de encausar a Carles Puigdemont, al que se le puede tachar de muchas cosas
negativas, de terrorismo por las actuaciones de Tsunami Democrático cuando se
produjo esa desproporcionada condena a los encausados del Procés (a Oriol
Junqueras le cayó la misma pena que al rey del cachopo que asesinó y
descuartizó a su novia). Los magistrados del Supremo aducen que durante esos
días de protesta se sembró el terror entre la población (pregunten, por favor,
porque el terror nos lo causaron las fuerzas de orden público que meses antes
envió el gobierno del PP, eso sí que fue terror del bueno) con el fin de
subvertir el orden constitucional. Esa delirante opinión de los togados se
puede aplicar, por la misma regla de tres, pongamos por caso, a los payeses que
llevan bloqueando días la frontera con Francia cortando la autopista con
neumáticos quemados y plantando un árbol en el asfalto. Confunden, sus
señorías, terrorismo con desórdenes públicos. Si aplicamos su teoría, todos
somos terroristas menos ustedes, y en España se han cometido, según su
criterio, infinidad de actos terroristas que no han sido juzgados.
A ver. Presumo que sus señorías son
inteligentes, además de afiliados a partidos políticos de derecha y extrema
derecha, para saber lo que es o no terrorismo, como lo sabe cualquier ciudadano
de a pie al que se le pregunte, y sabemos de largo que sus torticeras
intenciones son hacer descarrilar a este gobierno, hacer política, lo que les
está vedado a ustedes por deontología profesional. Por desgracia este país sabe
lo que es terrorismo: tiro en la nuca, bombazo, extorsión y secuestro, y alguno
de sus colegas (Tomás y Valiente) se debe de estar removiendo en su tumba
oyendo sus disparates y cómo banalizan sobre algo tan terrible. Terrorismo, sin
ir más lejos, si es que se conectan al mundo, es lo que hace el ejército de Israel
en Gaza día sí y día también: masacrar a palestinos hambrientos que piden
desesperadamente comida. No agravien, por favor, la memoria de todos los
ciudadanos de este país que sufrieron directamente la lacra del terrorismo.
Dejen ya de hacer lawfare que todo el mundo, hasta los suyos, les está viendo
el plumero.
¿De qué o de quién está huyendo Ben Ferguson en Yakutad, ese poblado perdido en la inmensidad de Alaska al que una vez a la semana atraca el Kennicott? "Yakutat", una novela negra sobre un escenario blanco.
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