LITERATURA / SOLAS EN EL SILENCIO, DE SILVIA INTXAURRONDO
Hay una cierta
animadversión, muchas veces justa (la culpa, sin duda, es de editorial Planeta),
de los escritores proletarios hacia los mediáticos que gozan de una
extraordinaria plataforma de difusión (los medios en los que colaboran) y que
muchas veces llegan a publicar simplemente por el hecho de ser mediáticos, y la
lista es infinita, algunos sin ni siquiera escribir su libro (Ana Rosa
Quintana).
Pero hay excepciones. Y
Silvia Intxaurrondo, la conductora de uno de los programas más vistos de la
televisión pública, La Hora de La 1, heroína y villana al mismo tiempo por
haber puesto en su sitio a Alberto Núñez Feijóo cuando trató de deslizar una
mentira (lo mínimo que puede hacer un periodista serio, pero eso, en estos
tiempos, es excepcional) desembarca con muy buen pie en la novela con Solas
en el silencio que publica Harper Collins y es un alegato contra la
violencia machista: El cuerpo de una mujer yerma solo servía para la lujuria
y el desenfreno.
Recrea la escritora vasca
un ambiente opresivo y enrarecido en una población del norte de España,
Sopuerta — Sopuerta olía a esa hora a churros con chocolate y manzanas de
caramelo—, en una época pretérita, pero indeterminada, en donde impera la
ley del silencio porque gobierna en ese pequeño microcosmos, ejemplo de pueblo
pequeño, infierno grande, un cacique —Tenemos un nuevo alcalde que tomará
posesión del cargo en cuestión de meses, cuando llegue septiembre. Hoy todo el
pueblo verá nuestro poder. ¡Nuestra familia siempre gobernará Sopuerta!—tipo
despiadado y violento que utiliza la metodología de la Edad Media sobre sus
gobernados, incluido el derecho de pernada: Asaltaba a las jóvenes con
extrema violencia y, en muchas ocasiones, las preñaba. Su fama de depredador se
extendió por toda la comarca / El hombre que había desvirgado, mancillado y
violado a la mayoría de las vecinas. Nos sitúa la escritora vasca, con un
laconismo encomiable, en situación en su primer párrafo: En el número tres
de la calle Benito Luis Hurtado convivían frente a frente la dicha y la
desgracia. Pero Solas en el silencio se inclina por la desgracia.
Abundan en la novela los
ramalazos de violencia explícita — Años después padecería ese mismo
desamparo cada vez que su marido la golpeaba, la arrastraba y la violaba
rabioso porque su vientre nunca daba frutos.—en ese paisaje opresivo en el
que un tiempo lluvioso y los ritos mortuorios — Metieron la lengua dentro de
la boca, sorprendidas por su color negruzco, y anudaron una venda blanca desde
la barbilla a la cabeza para asegurarse que la mandíbula quedaba cerrada.—tienen
un papel importante para ir metiendo al lector el desgarro de lo que Silvia
Intxaurrondo, desde muchos puntos de vista (la novela es coral) va narrando y al
mismo tiempo metiendo el frío en el cuerpo, porque la muerte está muy presente
en toda la narración, es un personaje más en la cultura de ese pueblo cerrado
al margen del mundo exterior: Cuando las novias de Encartaciones preparaban
el ajuar, incluían en él la ropa de viaje, la vestimenta con la que querían ser
enterradas y transitar hacia la vida eterna. Y una naturaleza, nada amable,
que imprime carácter a los que sobreviven a ella: El maldito y enloquecedor
viento sur. La mano del diablo, lo llaman en Encartaciones. Hace aflorar las
pasiones más bajas y agita la venganza. Por eso en Sopuerta no se permiten los
entierros ni los juicios en días de viento. En medio de ese clima de
violencia y desolación, aún queda un resquicio para el amor, aunque sea
prohibido: El cura y la solterona del pueblo. Recordaron a los dos jóvenes
que se amaron bajo la higuera por primera vez una tarde del sábado de
primavera. Y el sexo: Angelita recorrió el pecho del cura con
delicadeza. Lo acarició con las yemas de los dedos y siguió bajando. Cuando le
desabrochó el cinturón, Eusebio la tomó por la cintura con decisión y la tumbó
sobre la cama.
Una novela de víctimas— A Basilia la muerte
le entró por los pies. Reptando suavemente, como un dulzor gélido que iba
apropiándose de su cuerpo milímetro a milímetro— y victimarios, de
personajes duros y poco amables; una sociedad anclada en sus tradiciones y
miedos ancestrales que parece hija de la Edad Media — Ve con cuidado,
Soledad. El hombre que se acerca a una amortajadora acaba atrapado en su propio
sudario / Una amortajadora que da a luz a un bastardo riega un pueblo con cien
años de mala suerte— que mantiene un ritmo desasosegante desde el primero
hasta el último párrafo sin que decaiga en ningún momento. Silvia Intxaurrondo
cuida la ambientación al detalles, perfila a sus personajes— Joxean tenía
veintitrés años pero estaba encerrado en la mente de un niño de cinco.—,
hace creíbles sus más abyectas acciones —Basilia, molida a palos y
abandonada sobre el suelo helado del caserón, dejó de sentir dolor cuando
empezó a pensar en la muerte— que eran posibles en esa España que retrata y
que quizá debía de haber concretado, pero uno sospecha que se trata de los
tiempos más duros del franquismo (un reproche que no se le nombre, se obvie),
cuando la mujer era un cero a la izquierda— Pensó en huir muy lejos, donde
una mujer valiera más que un animal de campo—, no podía abrir una cuenta
corriente, no podía viajar más que acompañada por su marido y este podía
violarla siempre que quisiera bajo el eufemismo del débito marital.
Silvia Intxaurrondo, en
su debut literario, construye un perfecto artefacto de lo que se denomina hoy rural
noir (oigo la carcajada desde la ultratumba de Camilo José Cela y su Pascual
Duarte por esa manía clasificatoria), una historia muy negra, bien
construida, con sus saltos en el tiempo que resultan esclarecedores para
dibujar a sus personajes, que no rehúye la crudeza cuando describe situaciones
escabrosas —Su vientre se soltó y un hedor denso inundó la cocina. Su rostro
recuperó su habitual gesto de paz al mismo tiempo que adquiría un tono azulado.
Las manos se le quedaron agarrotadas, como si fuera un águila a punto de
atrapar a su presa—, una novela que remueve al lector en unos tiempos de
literatura light, y, ahí quiero hacer hincapié, extraordinariamente bien
escrita que saca punta de cada palabra: Una lágrima se deslizó por la
mejilla de Miren. Larga como una culebra. Una gota que condensaba la traición,
la rabia y la pesada carga de una vida tranzada con amargura.
Pues sí, hay mediáticos
que sorprenden por su calidad literaria, aunque sean excepción.
LA CRÍTICA HA DICHO SOBRE “MONROVIA”
Todo es interesante —el socio sin escrúpulos, el argentino que Agustín conoce en alta mar— pero me gustaría destacar algo notable: la formidable, entregada y detallista narración de la vida en el mar, la gran descripción de una tempestad —quienes aprecian a Patrick O’Brian lo entenderán—, allí, en ese buque de nombre Nostromo, que no es que se dirija al corazón de las tinieblas: el barco mismo lo es. LILIAN NEUMAN en Culturas / La Vanguardia
Da gusto enfrascarte en una novela de aventuras en este tiempo y quedarte plenamente satisfecho del logro literario que ha conseguido su autor. Además, no es una mera novela de aventuras, es una reflexión sobre la mezquindad del ser humano, sobre la violencia, es una rabiosa denuncia de aquella África tan sometida al hombre blanco, tan estrujada por él. VÍCTOR CLAUDÍN en Aquí Madrid
El lector puede decir que tiene entre las manos una novela de aventuras y, al mismo tiempo, de crítica social, una novela de género negro porque “Monrovia” (Bohodón Ediciones, 2025), el libro número 62 —que se dice pronto— del escritor José Luis Muñoz, ambientado en la capital de Liberia, pivota entre ambos géneros. LLUNA VICENS en Entretanto Magazine
Con mayúsculas, porque Monrovia no es ninguna novela de aventuras, sino que, inspirándose en aquellas, en realidad las subvierte: la aventura deviene desventura, un infierno, un horror al que el protagonista escapa milagrosamente, un horror del que hubiera sido más que probable no haber podido escapar. Anna Rossell en LAS NUEVE MUSAS
Una obra que sigue a un personaje que al no encontrar sentido a su vida, su frustración le lleva a ser testigo de una parte horrible de la historia mundial, en un lugar del mundo donde las grandes potencias juegan a su antojo, y donde la vida de sus habitantes no vale nada, sumergiéndose en la barbarie de las tradiciones salvajes de las que, a pesar del contacto con la civilización, aún no se han desprendido. J. JAVIER ARNAU en Anika entre Libros
Monrovia es,
en consecuencia, un descenso a los infiernos y un choque con la cara más oscura
del ser humano tanto como una búsqueda personal y un reencuentro con uno mismo
que sirve al mismo tiempo como ceremonia de autodescubrimiento, y también un
viaje sin retorno que tiene tanto de exótico como de existencial. El género de
aventuras se reelabora así como epopeya vital que bucea en las más oscuras
ciénagas de lo humano. Y, por si ya tuviera pocas, se revela como otra gran
novela de este maestro de la literatura que es José Luis Muñoz, quien nos ha
obsequiado con un gran número de novelas y relatos, pero al que todavía le
queda por legarnos muchas más. Monrovia es uno de los
mejores ejemplos de su talento. CARLOS MANZANO en Culturamas
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