SOCIEDAD / EL HUEVO DE LA SERPIENTE

 


Una paradoja que la película que lleva el título que antecede este párrafo fuera realizada por un simpatizante confeso del nazismo que vio luego cuán equivocado estaba pasados unos años: Ingmar Bergman. Otros, como Knut Hamsun, premio Nóbel y escritor excelso, nunca se retractaron de sus loas a Adolf Hitler, murieron abrazando la esvástica.


Ni Hitler murió en su búnker a manos de su propia pistola, ni Franco lo hizo un 20N en el que el consumo de champán en España aumentó exponencialmente. La serpiente puso muchos más huevos, inoculó ese veneno por siglos venideros. Volviendo al cine: como en Los niños de Brasil, con Hitler replicado at infinitum. El mensaje del odio no terminó con las ruinas humeantes del Tercer Reich, con la agonía espantosa de la Culona o con Mussolini colgado por las piernas. El mal absoluto, la doctrina del odio, a lo largo de la historia ha tenido un sinfín de encarnaciones y de la humanidad han surgido monstruos del tamaño de Pol Pot, Jorge Videla, Anastasio Somoza, Ratko Mladic, Radovan Karadzic, Leónidas Trujillo, Augusto Pinochet, Papa Doc, Josef Stalin y un larguísimo etcétera, por hablar de los modernos, y muchos de ellos, por cierto, bajo las banderas rojas de la izquierda. El individuo se disuelve en el todo, esencia del totalitarismo, y literalmente lo disolvían. El Año Cero en Kampuchea, la Bosnia libre de musulmanes, la Sudáfrica blanca, el blanqueamiento de los dominicanos exterminando a los más oscuros, el estado soviético y bolchevique del Gulag para los disidentes, el America Firts que debería reivindicar a las naciones indias y no a ese tipo de color naranja, nieto de alemanes, casado con una eslovena y que no sabe escribir la O con un canuto…


A nadie le debería extrañar lo que está sucediendo en Torre Pacheco, Murcia. A nadie que lleve dos años viendo como se asesinan impunemente a miles de niños, sin que haya la más mínima consecuencia, en Gaza y Palestina. A nadie que vea como Donald Trump caza a los emigrantes de su país como si fueran perros salvajes y los encierra en campos de concentración vigilados por caimanes. El mal campa a sus anchas urbi et orbi ante un Papa de Roma que parece estar de vacaciones perpetuas en Castel Gandolfo desde que asumió el pontificado y al que desde aquí le invito a visitar Gaza, por ejemplo. Pero Su Santidad no tiene buzón de correo en el Vaticano para hacerle llegar mi propuesta.


En Torre Pacheco un grupo de descerebrados alentados por VOX, nazis sin ellos saberlo (o lo saben, ya que resucitan la imagen del adorado Fürher en sus redes y con IA consiguen que su líder Santiago, y cierra España,  Abascal gasee a los musulmanes), lleva días escenificando la noche de los cristales rotos con el asalto de los comercios de los magrebíes y dando palizas a cualquier persona que tenga rasgos no auténticamente hispanos (que tenga cuidado Abascal con su pinta de moro Muza al que solo le falta el turbante y el camello si se acerca por allí). También alentaba al gaseamiento de disminuidos físicos y psíquicos un tullido como Joseph Goebbels que renqueaba de una pierna, presumía de ario un medio judío como Hitler al que le faltaba un testículo o de guerrero nibelungo un obeso como Hermann Göring que debía subirse al avión con calzador. Faltan espejos aquí y allá.


Hay un partido que alienta de forma irresponsable y sistemático este mensaje de odio calculado y coordinado con una internacional fascista establecida desde hace un montón de años en Europa por un tal Steve Bannon, el emisario intelectual de Donald Trump para dinamitar la Unión Europea por dentro. Un partido español muy patriótico que nada dice de los aranceles que su jefe Donald Trump pone a los productos españoles y se financia en parte con los préstamos de Viktor Orbán, el amigo de Vladimir Putin, y de una oscura organización terrorista iraní. Unos patriotas de hojalata que calcan las frases de odio que esparcen sus líderes foráneos y aplican sobre el terreno sus doctrinas xenófobas y excluyentes a través de sus cachorros agrupados en una serie de manadas (Desokupa, Democracia Nacional, DTN…) que hacen el trabajo sucio.


Rocío de Meer, una de las dirigentes de la formación ultraderechista, abogó por expulsar a ocho millones de migrantes tranquilamente días antes de que estallara lo de Torre Pacheco. José Ángel Antelo, el líder de VOX en la comunidad murciana, en cuanto se enteró de que la agresión la habría protagonizado un magrebí, invitó a cazar a todos los de su etnia y religión: “Les vamos a deportar a todos. No va a quedar ni uno”. Hacer del crimen de unos pocos el castigo para todos. Lo que hace exactamente el estado asesino y genocida de Israel con absoluta impunidad y el silencio internacional.


Un gobierno que se dice progresista debería empezar a dar los primeros pasos para ilegalizar a una formación política que abomina de la democracia, alardea de ser heredera del franquismo, fomenta el odio hacia el diferente, es machista y fascista y promueve esta ola de violencia. Si no lo hacen, en cuanto VOX, aupado por el PP, arañe más poder, seremos perseguidos y encarcelados todos los disidentes. Los que sobran en este país son ellos precisamente: la mala gente.    


LO QUE NO SE CONTÓ DEL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA: LA HISTORIA DE LOS 39 HOMBRES QUE QUEDARON EN LA ISLA DE LA HISPANIOLA.






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