2-LA CRONICA DE LA SEMANA NEGRA

QUÉ VIVA LA
REPÚBLICA,
MEJICANA
Llegó David Torres, de mañana, y él fue el que me presentó al pirata Carlos Salem, argentino que perdió el acento en Madrid y regenta un bar llamado Bukowski, santo nombre, al que prometo rápida visita y próxima presentación de libro. Los tres, tras tomarnos cervezas en el Don Manuel, fuimos luego dando un paseo a …La Iglesiona. Falló el arroz con leche, que alguien se lo había comido sin mi permiso ─creo que, finalmente, lo retiraron de la carta por mi machacona insistencia─pero a cambio me comí un arroz con setas aceptable mientras David hablada de su extraordinaria novela NIÑOS DE TIZA, que estoy leyendo y gozando cuando escribo estas líneas, y Carlos Salem, con una incontinencia verbal muy saludable y contagiosa, desbrozaba sus próximas novelas, dos, a cual más interesante, aunque David y yo votamos por la que tiene medio escrita sobre Dashiel Hammeth que nos pareció brillante y muy oportuno.


Después de la sobremesa, dando un largo paseo, fuimos hacia el recinto ferial, que este año ha mejorado considerablemente, tiene menos casetas de comida, con lo que las librerías son más visibles, y ha asentado sus reales, un campamento medieval en toda regla, en la playa de Poniente. Sobre la arena, viendo y sintiendo el mar, en una playa artificial que se asienta sobre lo que era el antiguo puerto del Musil, en donde veintiún años atrás los escritores librábamos nuestras tertulias pugilísticas en rings de boxeo, aunque no hubiera puñetazos, la muchedumbre discurre plácida por los pasillos perfectamente diseñados y limpios como una patena ─

La Semana Negra ha sido ejemplo de civismo─ mientras compran sus libros, comen su ración de pulpo o se dejan marear en una noria tan grande como hermosa. Las carpas de las charlas, exposiciones, encuentros y actos se hallan alrededor de una especie de plaza cívica hábilmente señalizada por tres impresionantes Moais oscuros que se vislumbran a kilómetros a la redonda. Allí, en la carpa A Quemarropa, con una ventana hermosa a la mar, abierta en uno de sus extremos de la lona, Fernando Marías y Cristina Macia, avezados presentadores, dieron la bienvenida a NIÑOS DE TIZA, la última novela de David Torres con la que ganara el Tigre Juan. Ganas de leerla, después de escucharlos, lo que ya estamos haciendo algunos.
Cenamos en La Iglesiona con nuestros bonos de comida gratuita ─ ya quitaron el arroz con leche del menú, por mi criminal obsesión por él; ya me dijeron, en cuanto tomé asiento a la mesa, que el ultimo arroz con leche se lo acababa de comer, hacía media hora, un señor de la mesa de enfrente ─ y yo di cuenta de unos digestivos huevos fritos, patatas fritas, de las de verdad, pimientos rojos a tiras y jamón, que no era de Huelva pero se dejaba comer, mientras en la mesa se cruzaba una primera escaramuza a cuenta de la monarquía española, un dardo venenoso que Sanjuanita Martínez, que de santa sólo tiene el nombre y siempre tiene ganas de batallar, lanzó a David Torres, al que, previamente, sabedora de que el escritor madrileño colabora en el diario El Mundo, le había preguntado malévolamente por el corpiño de Pedro J. Ramírez, y es que esa mexicanita, cuyo libro va de curas pederastas, si no ataca revienta, aunque no sabía lo buen fajador que es David Torres, más que el personaje boxeador de sus novelas, que le lanzó un golpe bajo, al hígado, sobre la corrupción mejicana y su corte de presidentes impresentables. Pero la sangre no llegó al río y David Barba, chico con cara de bueno, gafas y barba en honor a su apellido , hizo derivar la conversación
hacia derroteros menos comprometidos, los del mundo de la pornografía, los de los actores que, para mantener esas erecciones de horas, deben inyectarse en el pene toda clase de sustancias, de lo arduo que es eso de penetrar, con el discreto placer que confiere una obligación que convierte el acto sexual en un trabajo monótono y el pene en herramienta de trabajo, hembras para que otros babeen, y allí, quien más quién menos, dio pruebas de sus conocimientos culturales acerca del cine pornográfico: se habló de Holmes, el sujeto al que su encantadora mujer le seccionó la polla y la lanzó al jardín, para que los perros se la comieran, y le fue cosida, tan bien que ahora es cotizado actor porno; de Rocco Sifriedi y, cómo no, de Nacho Vidal, nuestro compatriota capaz de llenar con su miembro en erección todo un vaso─de gin tonic, no de sidra, que es mucho más ancho ─y sobre el que tiene libro David Barba,

cuya teoría acerca de que las mujeres maltratadas disfrutan de serlo, en la mayor parte de los casos, porque son masoquistas ─ él sí que es masoquista, porque estuvo a punto de ser devorado por Silvia Pérez y Sanjuana Martínez, según me contaron─ fue una salida tan provocativa como la de la mejicana republicana que la tiene tomada con nuestro popular rey.

Comentarios

Baco ha dicho que…
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Baco ha dicho que…
No dejes de pasare por el Buko en tu próxima visita a Madrid.
No será en absoluto como te imagínas, pero a cambio, no lo olvidarás nunca.
Y si te animas, recita algo tuyo que haga que la gente (siempre respetuosa) calle en un silencio huerfano de toses.
Cuando estés allí sabrás porque te lo digo.
Un saludo.

P.S. Acabé Las benévolas, cuando vos querás, hablamos.

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