CINE / CAUTIVOS DE ATOM EGOYAM
CAUTIVOS
Atom Egoyan
Publicado en Tarántula, El Cotidiano y Calibre 38
La
carrera del director armenio nacido en El Cairo y afincado en Canadá Atom Egoyan es un claro descenso
imparable. El perturbador director de Exótica,
El dulce porvenir y Ararat lleva un tiempo desbarrando en
sus películas. Si Chloe, un film
pretendidamente erótico, era un desatino absoluto, Cautivos lo es más, y eso por culpa de un guion de aficionados que
ningún espectador inteligente se puede tomar en serio y del que es autor el
propio director, con lo que no tiene excusa. Perdura en las películas del
armenio, eso sí, la atmósfera perturbadora, los personajes oscuros, pero la
historia es un dislate absoluto.
Pudiera
creer el espectador de Cautivos, ante
las primeras imágenes nevadas de Niágara, Canadá, que se encuentra ante una especie
de Fargo, Aflicción o El juramento,
por hablar de historias cinematográficas negras ambientadas en paisajes
nevados, pero no. Esta historia de secuestros por parte de una banda de adinerados
pederastas que retiene a sus víctimas infantiles durante años hasta que están
creciditas y se sirven de ellas como cebos para atraer otras víctimas, no se
sostiene y lleva consigo una buena pandilla de personajes ridículos como, sin
ir más lejos, el esperpéntico jefe de la banda Mika (Kevin Durand). A la policía Nicole Dunlop, que investiga el caso e interpreta
la norteamericana Rosario Dawson, no
se la cree nadie, como nadie se explica que Atom Egoyan pretenda hacernos creer que una guardería es una
comisaría de la policía montada de Canadá. El único apunte interesante es el
del padre de la chica secuestrada, Matthew Lane (Ryan Reynolds), sobre el que recaen todas las sospechas, incluidas
las de su esposa, y que removerá cielos y tierra para encontrar a su hija, y la
única escena digna de mención es la de secuestro de ésta, elíptica y precisa,
pero muy poca cosa en un cúmulo de escenas sin sentido. Y es una pena que el
guion sea tan infame porque el ambiente oscuro y la fotografía parecen
presagiar que el espectador se va a enfrentar con un thriller asfixiante.
En
su delirio narrativo habría que apuntar algunas secuencias memorables: el
secuestro de la policía Nicole Dunlop (Rosario
Dawson) en su fiesta de agasajo en donde una misteriosa dama la narcortiza
con facilidad pasmosa; el encuentro del padre
y su hija secuestrada Cass (Alexia Fast),
propiciado por el secuestrador Mika, que no sabemos a qué se debe; o la
persecución de los secuestradores al padre que los acaba de descubrir, cuando
lo lógico es que fuera al revés. Delirante. Y frustrante tratándose de uno de los
directores más interesantes que hacía películas en Canadá con permiso de David Cronemberg.
Lo
de que hay realizadores que con los años maduran y mejoran, como Woody Allen, no se puede hacer
extensivo a todos. Con Cautivos Atom Egoyan parece haber tocado fondo y
quizá alguien debería decirle que contrate a un guionista para su próxima
película.
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La
vida de Arturo O`Keefe, un prestigioso publicista español de padre
norteamericano, empieza a torcerse en cuanto frecuenta los ambientes de la
prostitución y asume su doble vida. Comprar sexo y convertir a esas mujeres en
esclavas le proporciona un retorcido placer al mismo tiempo que lo aleja de su
familia y su trabajo. De forma imparable, y sin que pueda evitarlo, esas
relaciones con mujeres venales, que son cada vez más violentas, le crean una
adicción y harán que salga lo peor de él, una tara genética que ya tuvo su
padre y él ha heredado intentado, en vano, ocultarla.
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