CINE / EL CAPITAL HUMANO, DE PAOLO VIRZÌ
EL CAPITAL HUMANO
Paolo Virzì
Publicado en El Cotidiano
Hace
ya tiempo que el buen cine italiano vuelve a centrarse en los temas sociales
como lo hizo antaño bajo la batuta de Marco
Bellocchio, Elio Petri o el
mismísimo Bernardo Bertolucci,
aunque ahora no lo haga con la intensidad de antes. El capital humano, de Paolo
Virzì (Livorno, 1964)—La bella vita, Ovosodo,
La prima cosa bella, Todo el santo día—,
es un film tendenciosamente de izquierdas que no oculta sus cartas. El director
italiano dispara, sin piedad, contra los culpables del empobrecimiento global,
contra esos nuevos piratas de guante blanco que tienen casas con piscina y
conducen coches de gran cilindrada, y lo hace a través de una historia coral de
trasfondo negro cuya originalidad principal reside en el punto de vista
cambiante que va adoptando el relato fílmico según avanza.
Un
niño bien de la alta burguesía, Massimilliano Bernaschi (Guglielmo Pinelli), a un paso del coma etílico, saca de la
carretera a un ciclista, el camarero que les ha servido la cena en un acto social
y cultural horas antes, cuando regresa a la mansión de sus padres tras una
noche de fiesta en vísperas de la Navidad en compañía de su exnovia Serena y
Luca, un amigo de ésta. Su padre Giovanni Bernaschi (Fabrizio Gifuni) es un ingeniero financiero que estafa a Dino
Ossola (Fabrizio Bentivoglio), un
agente inmobiliario con su empresa a punto de quebrar que quiere obtener
rápidos beneficios, de hasta un cuarenta por ciento, con un dinero que no tiene
y pide prestado hipotecando su vivienda. La madre del chico, Carla (Valeria Bruni Tedeschi), es una mujer
frustrada e insatisfecha cuyo sueño es restaurar un viejo teatro. El profesor Donato
(Luigi Lo Cascio), que pone al
frente del patronato de ese teatro por pocos meses, es un tipo mediocre que
siempre ha deseado a Carla. La hasta ahora novia del muchacho, Serena Ossola (Matilde Gioli), hija de Dino y Roberta
Morelli (Valeria Golino), ya no lo
quiere y ha empezado a entablar un relación con un joven ilustrador misántropo,
Luca (Giovanni Anzaldo), de vida tan
oscura como los seres que dibuja. Capitalistas que engañan, clases medias que
se dejan engañar y lumpen que sobrevive como puede.
El capital humano
está admirablemente escrita por el propio director e interpretada por un elenco
actoral de categoría. Paolo Virzì
traslada el argumento original de Human
capital, novela de Stephen Auden,
del barrio residencial de Conneticut a la ciudad de Brianza, en el norte de
Italia, en un invierno frío que cubre de nieve las calles de la ciudad y de la
urbanización de lujo que sirven como escenarios. Sus personajes, hasta los que
parecen triunfadores, como el ingeniero financiero Giovanni Bernaschi, que
maneja un fondo privado de inversión de alto riesgo, es decir, que se va
directo a su bolsillo, son seres profundamente insatisfechos por su apetito de
dinero, así es que la única que se salva es la mujer del ricachón, Carla, hermosa
y madura que se aburre con su triste papel de jarrón decorativo y se ilusiona
con ese teatro y con vivir una aventura extramarital con un intelectual de tres
al cuarto que no resulta mejor que el marido que ya tiene.
El capital humano
es una fábula algo esquemática sobre los tiempos que corren, de cómo las élites
capitalistas, representadas por la familia Bernaschi, arruinan a las de clase media,
los Ossolas, y utiliza como desencadenante del conflicto ese atropello de un
ciclista que puede remitir fácilmente al espectador a la película de Juan Antonio Bardem La muerte de un ciclista. Pero lo
primordial, a nivel cinematográfico, es cómo Paolo Virzì hace progresar dramáticamente su historia yendo de un
punto de vista a otro, ofreciendo otras tantas versiones de los mismos hechos, según
los ojos que miran sean los del financiero sin escrúpulos Giovanni Bernaschi; el
agente inmobiliario Dino Ossola; Carla, la esposa sensible que adora los filmes
de Carmelo Bene; el niño pijo Massimiliano
Bernaschi; su novia Serena que ya ha dejado de quererle; o el lumpen Luca de
vida desordenada.
Paolo Virzì
retrata en su película el zoológico social italiano—el director lo compara a
La comedia humana de Honoré de Balzac— y lo hace con una narración
fluida y unos personajes creíbles que inspiran, casi siempre, más desprecio que
pena, salvando a la esposa insatisfecha ávida de arte y pasión, el único ser
digno de consideración de ese grupo devastado por la ambición económica. Al
final todo tiene un precio y el dinero hace estragos en todos los personajes de
este thriller elegante interpretado por dos familias cuyos miembros se
entrecruzan en lo sentimental y en lo económico, así es que El capital humano puede ser tomado como
una alegoría de cómo devoró el capitalismo a la imprudente clase media en esta
partida de cartas llamada crisis global.
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vida de Arturo O`Keefe, un prestigioso publicista español de padre
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familia y su trabajo. De forma imparable, y sin que pueda evitarlo, esas
relaciones con mujeres venales, que son cada vez más violentas, le crean una
adicción y harán que salga lo peor de él, una tara genética que ya tuvo su
padre y él ha heredado intentado, en vano, ocultarla.
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