SOCIEDAD
TRES METROS, CATORCE PASOS
Es
lo que anduvo ayer Cristina de Borbón
en Palma de Mallorca. Detuvo su coche avanzada la rampa, para no oír los
improperios de los concentrados, dirigió una encantadora sonrisa a la prensa,
para contrarrestar la expresión de quien se ha tragado una estaca de su marido,
y entró en el juzgado a someterse al tormento del interrogatorio, cuatrocientas
preguntas, al parecer, que le hizo el juez Castro.
Han tenido que pasar años, ha tenido el juez instructor que jugarse el físico y
redactar un auto de imputación del tamaño de Guerra y paz, y así y todo nos quieren hacer creer que la justicia
es igual para todos y que no ha existido privilegio especial para la hija del
que ahora reina y quizá debiera dejar de hacerlo a la mayor brevedad posible. siga leyendo en EL COTIDIANO
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