CINE / HIGH RISE, DE BEN WHEATLEY
HIGH RISE
Ben
Wheatley
Adaptación
de la novela distópica de J.G. Ballard
llamada High Rise, que puede verse
como una reedición de La naranja mecánica,
porque comparte con la obra de Stanley Kubrick
ese aire gamberro y transgresor que hizo de esa película un icono
cinematográfico y cultural en la década de los setenta, precisamente cuando se
publicó la novela de J.G. Ballard. High Rise no llega a tanto, pero se
recrea en la desmesura y borda el ambiente alucinado en donde tiene lugar la
claustrofóbica película, un edificio siniestro y megalómano.
El
film homónimo del británico Ben Wheatley
(Bellirecay, R.U. 1972) es un ejercicio de imaginería potente e hiperviolencia
que funde arquitectura de vanguardia y lucha de clases para enfrentar a los que
viven en los pisos bajos de un moderno edificio y los que habitan en los altos,
incluido el demiurgo del complejo, un tal Royal (Jeremy Irons), que se reserva la última planta en donde tiene un
inmenso jardín y su alocada mujer puede montar a caballo. El doctor Robert Lang
(Tom Hiddleston) es el último
inquilino en llegar a ese extraño edificio que se va deteriorando a marchas
forzadas. El brutal Richard Wilder (Luke
Evans), que quiere rodar un documental sobre el rascacielos, lidera a los
amotinados. El edificio es como el Titánic,
o la serie británica Arriba y abajo,
Pertenecer a determinada clase social comporta también una ubicación física,
así es que ese rascacielos que se erige en protagonista de la novela es una
parábola de una sociedad desigual que puede explotar en cualquier momento.
High Rise
no se corta en cuanto a sexo y violencia y camina hacia la locura visual a
medida que a sus personajes se les va la cordura. El caos se apodera de ese
microcosmos que simboliza la sociedad que se resquebraja por las desigualdades
flagrantes que hacen estallar la violencia. Por si hubiera alguna duda del
carácter político y revulsivo de la película, ésta acaba con unas palabras de
la Dama de Hierro defendiendo el sistema capitalista.
Apabullante
a nivel visual (las macrofiestas que montan los de abajo y, luego, los de
arriba; la secuencia del suicidio inspirada en la gente que se precipitó de las
Torres Gemelas), el film de Ben Wheatley
(El ABC de la muerte, Fuego libre, A
Field in England, Turistas, Kill List) es hiperbólico a conciencia, irrita
visualmente, coge al espectador por las solapas y lo sacude sin piedad.
Pura
dinamita social este film original en cuyo elenco femenino destaca la atractiva
modelo y diseñadora de moda Sienna
Miller (Foxcatcher, American Sniper)
y Elizabeth Moss, la Peggy Olson de Mad Men.
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