SOCIEDAD / HOMBRES DE PAZ
HOMBRES DE PAZ
¿Puede
un asesino confeso que ha purgado algo menos de veinte años de cárcel por 16
muertes presentarse como hombre de paz? Puede.
Joseba Urrusolo Sistiaga fue excarcelado a mediados de este año después de acogerse, como
otros miembros de la banda terrorista ETA, a un proceso de reinserción que pasa
por reconocer el daño causado, irreparable (todo se puede reparar, menos quitar
la vida a una persona), hacer una autocrítica constructiva de la etapa pasada y
apostar con sinceridad por vías democráticas y pacíficas que excluyan para
siempre la violencia.
Joseba Urrusolo Sistiaga, el hombre de las mil caras, era un pistolero atípico y escurridizo dentro
de una banda monolítica poca propensa a las disensiones. Asesino implacable,
especialista del tiro en la nuca y pieza clave en los comandos Barcelona y
Madrid, siempre hizo ascos, sin embargo, a los atentados con coches bomba que
podían causar daños no planificados y se oponía a los ataques contra las casas
cuartel de la guardia civil que podían provocar matanzas entre los familiares
de los guardias, como así sucedió en numerosas ocasiones. Individuo de difícil
encaje por su personalidad solitaria y contestataria, solía, a veces, actuar
por cuenta y riesgo al margen de la organización.
Hay
gente que evoluciona, para bien, en la cárcel, y hay gente que empeora. Joseba Urrusolo Sistiaga es de los
primeros y lo ha hecho por convicción propia, tras un largo proceso de
análisis, reflexión y arrepentimiento en la soledad de su celda a lo largo de
esos 16 años de encierro, enfrentándose a la presión de la banda cuando esta
mantenía un control férreo de sus reclusos. Tomar esa decisión, que lo ha
enfrentado a los suyos, que han dejado de serlo, no le debe de haber sido nada
fácil; recapacitar sobre el terrible daño causado, tampoco.
Así
es que sí, Joseba Urrusolo Sistiaga,
que arrastra en su conciencia 16 vidas segadas que le perseguirán hasta la
tumba, es ahora, realmente, un hombre de paz que aboga por la disolución de la
banda terrorista ETA y que, tanto ella como Sortu, reconozcan todo el daño
causado y pidan perdón a la sociedad, algo que alguien que no tiene muertos
sobre su conciencia, como Arnaldo Otegui,
es incapaz de hacer por cobardía, mezquindad, falta de empatía con las víctimas
o porque no se arrepiente ni un ápice de haber jaleado desde la barrera los más
de ochocientos asesinatos que cometieron los suyos. ¿Arnaldo Otegui hombre de paz?
Jordi Evole, en una impecable
entrevista en la Sexta, le quitó el antifaz y mostró al público su cara más
miserable.
No
sabe Joseba Urrusolo Sistiaga que me
inspiré en él, en su personalidad rebelde, para crear el personaje principal de mi novela
Tu corazón, Idoia, ni que la Idoia del
libro y del título no era otra que Idoia
López Riaño, la Tigresa, otro verso suelto de la brutal y monolítica banda
que aterrorizó España y debió haberse disuelto cuando murió el dictador. Ya
presumía, cuando escribí la novela, nada menos que en el año 2001, que era
cuestión de tiempo que esos dos feroces terroristas se desmarcaran de la banda
y reconocieran sus terribles errores.
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