LITERATURA / CIUDAD PARA SER HERIDA, DE FRANCISCO VEIGA
CIUDAD PARA SER HERIDA
Francisco Veiga
Las
novelas de espionaje y contraespionaje no son muy frecuentes en la literatura
española. El género entraña una enorme complejidad a la hora de hacer creíbles
las tramas que se narran. Conozco, dentro del género, a dos buenos y veteranos especialistas:
Fernando Martínez Laínez y José Luis Caballero. La sombra de John Le Carré es alargada. Precisamente
John Le Carré era parte activa del espionaje
junto a Graham Greene, Frederick Forsyth y Ian Fleming. Todos eran miembros del
MI6.
Ciudad para ser herida, de Francisco Veiga (Madrid, 1958), es una novela ambiciosa en la que
subyacen un montón de subtramas relacionadas con el espionaje, los servicios de
inteligencia y el terrorismo, con una acción, que se traslada desde países de
Oriente Medio a Europa, y el atentado contra Barcelona, esa Ciudad para ser herida, como punto final
de la trama novelesca. El escritor madrileño se pregunta sobre quién está
detrás dc esa ola de inseguridad que recorre el planeta y es la velada Tercera
Guerra Mundial que no se dirime con ejércitos convencionales, incluso insinúa,
y eso quizá sea uno de los puntos del libro que más me interesa, que detrás del
terrorismo solo hay economía especulativa, Los atentados terroristas devalúan
también los activos de los países que los sufren, rebajan el precio, por
ejemplo, de los inmuebles para que fondos buitres se abalancen sobre los
despojos y los compren a muy buen precio y los revendan luego a otro mucho
mayor, o hunden las expectativas turísticas de una ciudad en favor de otras más
seguras. El dinero no tiene bandera y el mundo es un puzle gigantesco que solo
tiene una cierta coherencia desde las alturas de los invisibles que gobiernan su
destino.
Francisco Veiga, catedrático de Historia
Contemporánea y Actual en la Universidad Autónoma de Barcelona, agita en su
coctelera servicios de seguridad, yihadistas e independentistas que comparten
espacio físico y temporal. Quizá pese negativamente en la narración esa
dispersión de acciones, cuya conexión se fuerza, y una coralidad excesiva que
diluye a los personajes en una narración escrita con un lenguaje periodístico aséptico
alejado de la emoción.
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