SOCIEDAD / LECCIONES DE ZOOLOGÍA
Estos días tengo una imagen clavada en el subconsciente: un
búfalo y un león que se me aparecen en sueños. Los programas de zoología y vida
salvaje, que dan algunas cadenas televisivas a la hora de la siesta, son muy
ilustradores de lo que voy a decir. Quienes abogan por la vuelta a la
naturaleza deberían ver esos programas. La naturaleza es sabía, sí, pero
también implacable y allí, en la selva o la sabana, el término piedad no tiene ningún
valor, sencillamente no existe. El león no tiene ninguna piedad cuando devora a
la cría de un impala. Es comida y no le importa nada que sea un bebé, que su
madre asista impotente a su muerte y que el animalillo sufra antes de pasar a
su estómago. En la naturaleza, un ser defectuoso de nacimiento o no nace o
tiene los días contados, porque será presa fácil de los depredadores y hasta
los suyos lo rechazarán. En la historia de la humanidad, los que más se
acercaron a la eugenesia fueron los nazis que exterminaron sistemáticamente a
todo ser nacido con algún tipo de malformación aunque se olvidaron del propio
Hitler, del gordo Göring o del maltrecho Goebbels: los que abogaban por una
raza perfecta eran precisamente sus piezas defectuosas.
Pero regresemos a esos instructivos programas de naturaleza
salvaje y a esas luchas por la supervivencia que se dan en la sabana o en la
selva. Los leones son unos cazadores avezados, unos verdaderos maestros en el
arte de capturar y matar para alimentarse, juegan siempre con ventaja: además
de ser unos animales formidables en cuanto a fuerza y destreza, van en grupo
para no fallar en sus partidas de caza. A veces se enfrentan a enemigos
colosales que previamente han aislado y separado de la manada como sucede con
los temibles búfalos, a los que previamente cansan. El león hace presa del
búfalo solitario, muerde su cuello, se cuelga de él y no lo va a dejar hasta
qué el gigantesco rumiante doble sus patas y pierda el equilibrio. La fiera
tendrá a su disposición unos cuantos cientos de kilos de carne. El búfalo, salvo
que le acierte con una cornada, y a veces lo hace y el león sale disparado por
el aire, no tiene muchas posibilidades de sobrevivir a ese ataque calculado de
los leones. El búfalo tiene una agonía larga y dolorosa que puede tener un
cierto impacto en el humano que la contempla, pero nulo en el verdugo. La
empatía tampoco forma parte de la vida salvaje.
Bueno, pues en eso nos parecemos los humanos y no podemos
negar de dónde venimos: de la selva o la sabana. Búfalos y leones. O muchas
veces impalas en vez de búfalos. La ley del más fuerte es la que siempre ha
imperado en el mundo y a lo más que se ha llegado en la humanidad es a
reconvertir a los esclavos en trabajadores y reconocer que las mujeres también son
seres humanos en algunas zonas privilegiadas del planeta. La teoría
lampedusiana rige un mundo que tiene cambios cosméticos.
En esa habilidad para detectar al individuo débil de la
manada sobre el que caen los leones para devorarlo, nos parecemos mucho. El bullyng, que se practica en los patios
de recreo de los colegios, también se extiende en las relaciones entre
naciones. Hay que exhibir un puño, o una cabeza nuclear, para que le respeten a
uno. Claro que muchas veces el búfalo se lo tiene bien merecido por estúpido, por no integrarse en el grupo y distinguirse
como individuo. Llamar la atención entraña peligros.
Un ejemplo frente a otro. El iluminado que rige los destinos
de Corea del Norte, famoso por su peinado, Kim
Jong-un, sigue allí, en el trono de un país que ha sufrido pavorosas
hambrunas con miles de muertos durante la dinastía comunista de la que forma
parte, pero no se ha movido nadie para protestar en el país, sí para llorar por
la desaparición de sus líderes, porque eso es lo que tienen las dictaduras, que
no dejan que nadie tome las calles y cuestione su autoridad, y sigue allí, a
pesar de sus baladronadas, de sus desafíos al gigante norteamericano; Corea del
Norte no es un búfalo aislado, tiene al lado al hermano mayor, China, presume
de tener un arsenal armamentístico de ahí te espero y amenaza con fabricar una
bomba atómica para entrar en el club de los países potencialmente letales a los que no se les
puede toser. Corea del Norte, un régimen abominable y dictatorial, ha tomado
nota de lo que les ha sucedido a otros países tildados por la superpotencia
imperialista de parias a los que les retiró su amistad en un momento dado. Ni Irak,
ni Libia, ni Siria tenían tantas armas letales como decían, ninguna de destrucción masiva, y así les ha
ido: invadidos, destrozados, saqueados, aplastados hasta el tuétano, instalados
en una anarquía total, que era lo que querían Estados Unidos y sus palmeros
occidentales que actuaron contra ellos saltándose todas las normas
internacionales sin que ningún tribunal les pase factura por las masacres y el
caos que han generado.
Vayamos por partes, y que nadie me ponga la etiqueta de
chavista. El régimen de Nicolás Maduro es
de lo peor que le puede pasar a Venezuela. El tipo, que no tiene el carisma de
su antecesor Hugo Chávez, ha
naufragado en lo económico de una forma estrepitosa, y en lo político: la
oposición se le sube a los bigotes. Que Nicolás
Maduro tiene tintes autoritarios no lo niega ni él. Los medios de
comunicación internacionales, prácticamente todos, llevan décadas con el foco
puesto en Venezuela y el mantra de que el país caribeño es una dictadura.
Sudán, Yemen, Somalia, Congo, Guinea no interesan, sí Venezuela, hasta el punto
de ser ya todos un poco venezolanos. Yo, y unos cuantos cientos de miles de
españoles, que sufrimos una dictadura fascista, la de Franco, sabemos realmente lo que es una dictadura y no conozco
ninguna en el mundo que permita a la oposición manifestarse todos los días,
atacar desde los medios de comunicación al gobierno y proclamar a un presidente
paralelo en la calle. Que lo intenten en Corea del Norte, en China, en Arabia
Saudita o en Cuba, que sí son dictaduras. De momento no he visto a Juan Guaidó
detenido y sí concediendo entrevistas una y otra vez a los medios nacionales e
internacionales, encabezando manifestaciones o llamando a la rebelión a los
militares. Así es que se está pervirtiendo el lenguaje, que es también una
forma de combate y derribo del adversario, desde hace muchos años, llamando
dictadura al nefasto régimen autoritario de Nicolás Maduro. Y lo repito, para que no haya dudas: nefasto
régimen autoritario de Nicolás Maduro.
Pero también hay que decirlo, que el chavismo ha ganado un montón de elecciones
en Venezuela, 23 de 25, con observadores internacionales que han dado fe de
ello.
Y vamos al meollo de la crisis. Con una Asamblea Nacional
controlada por la oposición, que ganó en los penúltimos comicios, Nicolás Maduro se saca el as de la
manga y forma una Asamblea Nacional Constituyente, en donde el oficialismo
arrasa, porque la oposición no se presenta, con la que pretende redactar una
nueva constitución que blinde las “conquistas sociales del chavismo”, y a él
mismo, y convoca una elecciones presidenciales que gana por una baja
participación: parte de la oposición declina presentarse. Estas dos elecciones,
presidencial y constituyente, son las que están en el ojo del huracán porque
nadie, salvo los suyos, reconocen sus resultados.
El chavismo, cuyo objetivo era ayudar a las clases más
menesterosas de Venezuela, ha fracasado por su modelo económico. Cifrar todo el
peso de la economía al petróleo e importar con sus ganancias todos los
productos de primera necesidad, incluidos alimentos y medicinas, en vez de
producirlos, ha llevado a esta situación letal cuando se derrumbaron los precios
del crudo y la inflación se disparó. Como sucedió en Cuba, la gestión económica
del régimen bolivariano fracasa por la incompetencia de sus gestores. Si a todo
esto añadimos la asfixia económica promovida por Estados Unidos y buena parte
de la Comunidad Europea, la situación es dramática para los venezolanos y puede
que terminal para el régimen chavista.
La Venezuela de Nicolás
Maduro es un búfalo aislado de la manada, cansado después de años de acoso
continuado, del que penden una serie de leones que lo tienen medio ahogado
entre sus fauces. El resto de la manada, China y Rusia, con intereses en el
país, miran sin intervenir. El botín petrolero, como los cientos de kilos de
carne del rumiante, es muy suculento para soltarlo. A Estados Unidos, principal
impulsor de ese extraño golpe de estado civil, porque los militares ya no han
sido educados en la siniestra Casa de las Américas de Estados Unidos en Panamá,
una escuela de torturadores fascistas, y no secundan esa asonada, salivan con
lo que pueden sacar de Venezuela, y John
Bolton, el consejero de Seguridad de
Trump, en un ejercicio de
sinceridad, no lo oculta: oro negro, y también del otro. El régimen de Maduro ha sido criminalmente ineficaz
en su gestión, es incapaz de alimentar a su pueblo, pero cuenta todavía con suficientes apoyos entre los desheredados
y en el ejército bolivariano nutrido por estos y engrasados con prebendas
(algunos militares están al frente de las empresas petrolíferas), para resistir
y hasta revertir la situación. Pero el león no va a soltar su presa, y si
fracasa ese golpe blando, que ha sido reconocido de forma irresponsable por
muchas cancillerías europeas, incluida la de España, vendrá el duro.
Un coronel en la reserva del ejército español, Pedro Baños, experto en temas de
seguridad y defensa, lo dejó meridianamente claro en una tertulia de la cadena estatal
TVE. En Venezuela puede ocurrir una masacre, porque la sociedad venezolana
lleva años polarizada, y responsables de ella podrían ser los que están reconociendo
un poder paralelo inexistente y autoproclamado que no tiene, de momento, ningún
asomo de poder real. ¿Es previsible una intervención armada internacional para
decantar la balanza hacia los opositores? Una Venezuela llena de selvas,
hondonadas, montañas y ríos, muy diferente al llano Irak, puede convertirse en
un segundo Vietnam si Donald Trump
decide que el país caribeño es la guerra que estaba buscando y no encontraba y
el chavismo no da su brazo a torcer y admite su fracaso. No es la democracia, sino el petróleo, y el búfalo, a su pesar, no
tiene armas de destrucción masiva con que cornear al león.
EL BOSQUE SIN LÍMITES, la novela sobre los años de plomo en Euxkadi. El punto y final sobre la tetralogía sobre el mundo de ETA; La caraqueña del Maní, Tu corazón, Idoia y Cazadores en la nieve.
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