CINE / GÉNESIS DE PHILIPPE LESAGE
GÉNESIS
Philippe
Lesage
Turbulencias emocionales en la primavera
de la vida. Dos historias que funcionan, y una que no, de ese tríptico sobre
los primeros amores en la adolescencia. Guillaume (Théodore Pellerin), alumno brillante, busca su identidad sexual,
que no encuentra, mientras sus amigos se van emparejando, hasta que descubre
una pulsión homosexual hacia su mejor amigo Félix (Édouard Trembaly-Grenier). Charlotte (Noée Abita), hermanastra de Guillaume, deja temporalmente a su
novio Maxime (Pierre Luc Funk), con
el que había pactado una relación abierta, precisamente para abrirse a un
adulto, Théo (Maxime Dumontier) con
el que mantiene un idilio frustrado y breve. En un campamento de verano un
chico y una chica viven como un drama el momento de la separación porque han de
regresar a sus casas.
El canadiense Philippe Lesage ganó la Espiga de Oro del Festival de Valladolid
con esta película de sensibilidad exquisita que discurre ante nuestros ojos
como si fuera un documental en el que el espectador se ve reflejado. ¡Quién no
ha sufrido horrores en su adolescencia enamorándose y no siendo correspondido!
La película, que recoge experiencias personales de su autor, funciona por el
buen hacer de sus jovencísimos actores, que dan credibilidad a sus historias
personales, y por el tratamiento naturalista que imprime su director. Génesis recuerda, en algunos momentos,
al mejor Éric Rohmer, pero debería
haberse cerrado en ese plano bellísimo de Charlotte y Guillaume, los
hermanastros, abrazándose para paliar el dolor de sus frustrantes relaciones
sentimentales. Contra todo pronóstico la película se prolonga con una tercera
historia, completamente desgajada de las dos primeras, que habla de amores en
campamentos, prescindible, que parece otra película, un añadido artificial,
como si el director tuviera un material rodado y no quisiera prescindir de él.
El espectador sí lo hace.
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