CINE / INSTINTO MATERNAL, DE OLIVIER MASSET-DEPASSE
INSTINTO
MATERNAL
Olivier
Masset-Depasse
Ejemplo de la buena salud del cine belga
este Instinto maternal, y especialmente
del thriller, una cinematografía que no siempre se valora adecuadamente, ni se
conoce, y de la que hay obras tan redondas como Las Ardenas, por ejemplo, que no llegó a estrenarse por misterios
de la distribución. Instinto maternal
tiene mejor suerte y su director Olivier
Masset-Depasse construye una película sólida, un thriller psicológico, que
va creciendo a medida que avanza en un itinerario que va desde la comedia de
costumbres, en los primeros minutos, a un drama familiar cuando tiene lugar un
fatal accidente, y termina con puro cine negro cuando una de las protagonistas
enseña todas sus cartas y vemos cuáles son sus intenciones. Una variación sobre
las apariencias engañosas.
Instinto
maternal, y homicida, podríamos decir, habla de
la amistad entre dos mujeres y vecinas en la Bélgica de los años sesenta, amas
de casa (ese rol está muy acentuado en
ambas) con maridos acomodados, Alice Brunelle (Veerle Baetens), mujer hiperactiva, y Céline Geniot (Anne Coesens), reservada, enigmática y
un tanto melancólica, que comparten una misma casa pareada e hijos de edades
similares, relación que se trunca cuando un fatal accidente afectará a Céline y
ésta culpa de negligencia a su amiga Alice. La amistad se cuartea por ese hecho
dramático y doloroso, y el drama da paso a una historia negra que hiela la
sangre del espectador cuando se empiece a dar cuenta de que la aparente
paranoia de Alice hacia Céline no es gratuita.
Hay en el film reminiscencias literarias
de Patricia Highsmith (Céline Geniot
podría ser perfectamente un personaje nacido de la mente de la escritora
norteamericana), también del cine de Alfred
Hitchcock (el efecto dramático y tensional de las escaleras), y, en el tratamiento de la relación de esos
dos matrimonios, incluso en las características físicas de ellos, de los dramas
de Douglas Sirk. Olivier Masset-Depasse, que también es
autor del guion sobre la novela de Bárbara
Abel Derriere la Haine, construye
su film claustrofóbico (todo sucede prácticamente en esas dos casas geminadas e idénticas por fuera y por dentro,
los maridos son simétricos, y hasta los niños, que son amigos, poco
diferenciables) con un escalado perfecto de la tensión (atentos a la escena en
la que Céline enfunda sus manos en unos guantes, estremecedora por su frialdad)
hasta su sorpresivo desenlace (el temblor de la mano de Alice alimenta falsas
esperanzas) en las antípodas de lo que sería en un film americano: el mal se
sale con la suya y la malvada consigue la felicidad y colmar su instinto
maternal. Olivier Masset-Depasse
huye de maniqueísmos y el resultado es más que aceptable.
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