CINE / EL DESENTIERRO, DE NACHO RUIPÉREZ
EL DESENTIERRO
Nacho Ruipérez
Seguimos
con los thriller a la española. Y con Levante, en donde durante décadas campó
la corrupción política y moral de manos de un partido político que más parece
otra cosa y hay voces que piden su ilegalización. No se le nombra en la
película de Nacho Ruipérez, pero es
evidente.
Jordi (Michel Noher), recién llegado de
Argentina, ve en el entierro de Félix, un conceller
de la Comunidad Valenciana, a una mujer que estuvo relacionada con su padre
Pau (Leonardo Sbaraglia) del que no
sabe nada desde hace más de 20 años. Su primo hermano Diego (Jan Cornet), hijo del fallecido y
escritor en ciernes, le ayudará a desvelar el misterio que se oculta tras la
desaparición de su progenitor.
Film
con una pata en el pasado —los flash backs que
reconstruyen la vida del romántico Pau, enamorado de una prostituta albanesa a
la que quiere redimir, abundan— y un presente que no acaba de cuadrar con ese pasado. Nadie se
explica, ni el protagonista Jordi lo hace, la razón por la que tarda veinte
años en interesarse por la desaparición de su padre. Finalmente una barraca
valenciana abandonada y unos terrenos en litigio entre hermanos Pau y Félix (Jordi Rebellón) —la corrupción urbanística—, además de una trama de prostitución albanesa dirigida por un brutal
proxeneta, aclararán el misterio.
La obra
prima de Nacho Ruipérez adolece de
cierto desorden argumental y de una mediocre dirección de actores, y funciona
medianamente bien en las secuencias de acción y violencia. El viraje sorpresivo
del turbio profesor de gimnasia Germán Torres, interpretado por Francesc Garrido, por ejemplo, es uno
de los aciertos del film. Pero el director no acaba de meter la cuña en las
tramas corruptas de una comunidad que dilapidó el dinero ajeno. La historia
real de la Gürtel o lo que describe el excelente Jorge Sánchez-Cabezudo en la serie Crematorio sobre la novela de Rafael
Chirbes va mucho más allá que el film de Nacho Ruipérez que araña la superficie del gigantesco entramado
valenciano en donde la corrupción alcanzó dimensiones siderales.
Un film
entretenido a años luz de referentes del género negro patrio como La isla mínima, sin ir más lejos, aunque
su escenario, factura visual y planos
con drones la recuerden en muchos momentos.
Comentarios