LITERATURA / LA NOCHE EN QUE LOS BEATLES LLEGARON A BARCELONA, DE ALFONS CERVERA
LA NOCHE EN QUE LOS BEATLES LLEGARON A
BARCELONA
Alfons Cervera
Dice el escritor valenciano de Gesalgar que empieza sus novelas
poniendo un título y, a continuación, su nombre, que las escribe sin mapa ni
nada que se le parezca. y que las acaba cuando considerara que puede cansar al
lector, alrededor de la página 150. No es una boutade. Las novelas de Alfons Cervera son tan breves como
contundentes, pero podrían ser más largas sin que perdieran su fuelle
narrativo.
Alfons Cervera es el escritor
sustantivo de la literatura española, porque va a lo sustancial en sus novelas,
por eso apenas hay adjetivos en sus frases cortas y lapidarias que lanza como
pedradas o sentencias al lector que osa adentrarse en las páginas de una de las
narrativas más originales del panorama español, comprometida con la memoria en
estos tiempos de desmemoria colectiva. EL autor de la exitosa Maquis, que ya va por siete ediciones o
más, es un autor incómodo que no duda en ofender cuando es preciso. Habría que
acudir a la literatura austriaca para encontrar a alguien que hiciera de la
frase corta, separada por puntos y seguidos, sus textos diatribas, a Thomas Bernhard, el más incómodo y
radical de todos ellos.
Con un título tan frívolo como el de la primera visita esperpéntica, y única,
que hicieron los Beatles a esa España reprimida bajo el franquismo, Alfons Cervera se centra en la parte
oscura de esa película, en la castración física y mental a que nos sometió, y
lo hablo con conocimiento de causa, un régimen liberticida y fascista que no
sólo destruyó a los vencidos sino que quiso borrar también su memoria. Ahora lo sabemos, después de tanto silencio,
de memoria amañada como una partida de tahúres, de contar durante tanto tiempo
sólo la mitad de aquellos muertos. La rabiosa geometría de la victoria.
Así es que el autor, con la excusa de ese concierto surrealista de los
chicos melenudos de Liverpool que
subieron al escenario tocados como toreros, con sus ridículas monteras en la
testa, habla del franquismo, de la represión, de la muerte y la tortura (la de esos cinco muchachos que fueron torturados, asesinados y quemados
por la guardia civil en un control en Andalucía al ser tomados por etarras: El año del incendio. Las llamas que venían río
abajo, con pedazos de carne despellejada y huesos de zorra mezclados con hojas
de acelga y tirones de algarrobo.), o de alguien tan supuestamente célebre
y actual, porque ha sido condecorado de forma ignominiosa por un Gobierno, como
el torturador Billy el Niño: Ese mismo
pobre y famoso policía que se arremangaba con delicadeza la camisa finalmente
llena de sangre en el siniestro subterráneo de Vía Layetana.
Las frases de Alfons Cervera
hieren, pero más hiere lo que evocan. La
privacidad violenta con que se expresa la jauría de porras de agua sucia en los
pulmones y de risas en el rostro jurásico de la hiena. Estamos a vueltas
con lo mismo en un bucle infinito, como cuando se escribe sobre el nazismo, para que esa aberración no se vuelva a
producir, y se alumbra una guerra incivil en Yugoslavia o se meten en campos de
concentración a los emigrantes que hemos dejado despojados hasta de sus países.
Así es que la lectura de esta novela espléndida, de este texto que, como todos
los suyos, destila la rabia pero también la dignidad de los perdedores, que son derrotados por la fuerza
pero no por la razón, puede ser un acto de venganza poética contra los
orgullosos herederos del franquismo a
los que, en un acto de dignidad democrática, han sido expulsados del gobierno a
patadas.
Alfons Cervera convierte en
poesía alaridos de dolor. Habla en el libro de la tortura física, y de la
moral, esa que deja una huella indeleble en el alma de la víctima. La sangre que se mezcla con el agua de la
bañera antes de una nueva inmersión que ya no sientes, que no te ahoga porque
es como si estuvieras muerto y los muertos ya no sienten nada, ni el ahogo ni
nada. De ese fascismo laminador de cuerpos y mentes mediante el uso
sistemático del terror. Tu cuerpo doblado
con la espalda en el vacío sobre la mesa que es como la mesa donde Victoriano
el carnicero degollada los cerdos el día de la matanza en Los Yesares. La novela
es dolorosamente sensorial. Alfons
Cervera transita en una frase de la mesa de tortura de Vía Layetana a la
carnicería del pueblo. Una imagen atroz alimenta a la otra, se retroalimenta
con la víctima a la altura del cerdo degollado. El olor de la sangre. Nunca pensé que la sangre pudiera oler. EL sabor
agridulce, sí. La abuela ponía cuajarones de sangre en la olla de barro y les
añadía cebolla y unas hojas de laurel.
La noche en que los Beatles llegaron
a Barcelona (Piel de zapa, 2018) es un libro que ahonda en esa Transición modélica, descubre las trampas y
falacias de eso que ahora llamamos relato. Las
mentiras en 1981. La Transición que tanto gusta a tanta gente. Nadie se acuerda
de lo que pasó. La muerte es la última violencia de la mentira. Hoy ya no se
llama mentira a la mentira. Las trampas del lenguaje la llaman posverdad.
Alguien se inventa esa palabra para cínicamente rememorar la inocuidad. La
última novela del escritor de Gesalgar se convierte en un libro que reivindica
la memoria—Lo que no se cuenta acabamos olvidándolo o convirtiéndolo en leyenda— y alerta del
mal que nos habita —Todos tenemos el Mal
picoteando sin parar en las entrañas—dice
Alfons Cervera tras noquear al lector con este libro extraordinario.
Comentarios