LA PELÍCULA
ANTICRISTO
Lars Von Trier
Lars Von Trier
Fruto de una crisis existencial y creativa, según confesión propia, es este parto llamado ANTICRISTO, poco menos que linchada en el pasado festival de Cannes en donde causó el revuelo y la indignación, que no se redordaba desde los tiempos de Irreversible de Gaspar Noé, una reacción que quizá el director buscara.
Una pareja en crisis que ha perdido a su bebé mientras copulaba ─ primera anotación del acto sexual como algo nocivo, cuyo placer puede llevar aparejada la muerte, en la secuencia naif digna de una campaña publicitaria que abre la película, ralentizada y falsamente esteticista como un anuncio navideño ─ decide retirarse a una cabaña solitaria de un bosque para recuperar la paz pero lo que encuentran en Edén, ese paraíso perdido del que fueron expulsados estos modernos Adán y Eva, no será otra cosa que el Infierno en su sentido más amplio.
Hay quien ha querido ver en ANTICRISTO una versión gore de SECRETOS DE UN MATRIMONIO del maestro Bergman, con la que comparte un despiadado análisis del desgaste de la pareja y la reconversión del amor en odio, escorando las culpas hacia la mujer; hay quien la ha visto como una película de terror extremo en donde la amenaza, como en EL RESPLANDOR de Kubrick, no está en lo ajeno sino en lo propio y próximo que debe protegerte: la pareja. O una película porno, bastante desdichada, por algunas escenas de sexo explícito, nada motivadoras, y una terrible eyaculación de sangre. De todo hay en ANTICRISTO, menos erotismo, del que huye Lars Von Trier para ofrecernos un panorama sombrío del sexo ligado al dolor o a la violencia: la extrema delgadez de William Dafoe y Charlotte Gainsborough, a la que se la transparenta los huesos bajo la piel, convierten cada escena de cama en rebuscado antídoto sexual .
Le sobra talento visual a Lars Von Trier, capaz de inquietarnos con ese bosque filmado en video digital cuyos árboles cobran vida, entre cuyas raíces, como en las pesadillas del Bosco─ un claro referente icónico de Anticristo ─, brotan cuerpos desnudos y embarrados y que le sirve para lanzar el mensaje de que la naturaleza es la iglesia del diablo, quizá uno de los leit motiv filosóficos de la película con los que más se pueda comulgar, porque la naturaleza, que presenta el director danés a través de sus imágenes inquietantes, es todo menos idílica y el bosque, territorio de nuestros terrores infantiles y en donde nos hemos perdido en nuestras pesadillas recurrentes, se presenta como un ente que amenaza al hombre que huye de él para construir la civilización, el mundo aparte y opuesto con el que desafía al entorno y en cuyo seno se siente tranquilo y protegido.
ANTICRISTO sería una digna película a tener en cuenta, por las múltiples lecturas que sugieren sus imágenes, si no fuera por su aberrante y torpe desenlace, lejos de toda justificación, en donde el director danés lanza al espectador una bofetada de violencia gore digna del peor cine de casquería y que se podía haber ahorrado perfectamente por el bien de todos.
La última película de Lars Von Trier, como la última de David Lynch, se presenta como un impasse a partir del cual deberá reelaborar su discurso cinematográfico y buscar una coherencia fílmica entre lo que dice y cómo lo dice si no quiere correr el riesgo de convertirse en un Jean Luc Godard y condenarse a los arrabales de la cinematografía. Veremos qué hace Lars Von Trier ante este callejón sin salida en el que se ha metido y ha acabado tan desconcertado como sus perplejos espectadores.
Comentarios