SOCIEDAD

LAMPEDUSA, 
LA VERGÜENZA EUROPEA


Lampedusa me sugería siempre El Gatopardo y su autor, Giuseppe Tomassi de Lampedusa cuya célebre frase abre mi última novela. Lampedusa, desde hace años, es un destino de muerte e infamia, el corazón duro de una Europa en la que me resisto a reconocerme.
Las predicciones de mi diopía Ciudad en llamas se cumplen, por desgracia. Con la rabiosa actualidad el argumento de mi novela se acerca más al presente. Ya me di cuenta mientras la corregía. Lampedusa se convierte en el nuevo horror y vergüenza de Europa. La Guardia Costera se demoró en auxiliar a los náufragos, para que se ahogaran. Los pescadores que les ayudaron pueden ser multados y condenados por el delito de auxilio a la emigración ilegal: salvar vidas es un crimen. Los supervivientes de la tragedia son ahora delincuentes que, además de ser expulsados, podrán ser condenados a multas de cinco mil euros, si los tuvieran. Pero lo más sangrante, el insulto más soez, la más espantosa canallada, es que a los muertos se les ha concedido automáticamente la nacionalidad italiana. ¡Qué asco!

¿Qué hacen los sindicatos, las fuerza políticas, los movimientos sociales que no convocan protestas para que esa infame ley antiinmigración sea derogada? ¿Qué hacemos que no estamos ya ante las embajadas de Italia de toda Europa pidiendo explicaciones y exigiendo responsabilidades? 

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