CINE / EVA NO DUERME
EVA NO DUERME
Pablo Agüero
Eva no duerme es una coproducción entre Francia, Argentina y
España, incluida en la Sección Oficial del recién concluido Festival de San
Sebastián, cuya máxima virtud es su brevedad, 85 minutos, que no lo parecen.
Dirige Pablo Agüero (Mendoza, 1977),
que tiene en su haber tres largometrajes más, aunque creo que ninguno estrenado
en nuestro país. Un tema necrófilo y muy conocido alrededor de un cadáver mítico en la historia argentina: Eva Perón. O
Santa Eva, porque la mayor parte de los argentinos tienen divinizada a esa
mujer pequeña, hermosa y corajuda que
lideraba a los descamisados y enardecía con sus discursos a las masas.
La película de Pablo
Agüero es engañosa por varios motivos y sus trampas ya se evidencian en la
secuencia de arranque. Unos focos potentes a lo lejos, distorsionados, y unas
figuras que tardan minutos en hacerse visibles y verse con nitidez, como Omar Shariff en la famosa secuencia del
desierto de Lawrence de Arabia: aquí
un marino argentino y sus milicos escoltados por ruidosas tanquetas. Y, a
continuación, va el segundo engaño: Gael
García Bernal, que encarna al almirante Emilio Eduardo Massera, que figura
en el cuadro de intérpretes como actor principal, se limita a encenderse un
pitillo en primer plano, mientras suena la voz en off de Miguel Ángel Solas, y desaparece para cerrar la película con otra
brevísima aparición también sin su voz.
Eva
no duerme gira en torno a
ese mitificado cadáver de la líder revolucionaria que murió a los 33 años
carcomida por el cáncer, así es que en la segunda secuencia, larga, el médico
español Pedro Aria Sarria (Imanol Arias),
procede a embalsamarlo. La tercera parte es un larguísimo y tedioso viaje en
camión con los restos secuestrados de Eva Perón, de los que se encarga el
coronel Koenig (Denis Lavant), que
sobreactúa, y patalea literalmente de forma un tanto gratuita, como si
estuviera en una película de Leo Carax.
La cuarta narra el encierro y ejecución del general Aramburu (Daniel Fanego), que se niega a revelar
a los Montoneros el destino secreto de Evita que cruzó el charco y estuvo una
temporada en Italia. Y volvemos al inicio, a Emilio Eduardo Massera, y a la
estridente música castrense para cerrar el círculo. Eva no duerme es, además de aburrida, pretenciosa y hueca desde su
inicio, muy dialogada y de forma impostada, teatral. Mucho ruido y minutos para
explicarnos las idas y venidas de un cadáver. Lo mejor, sin duda, el inserto de
documentales de época.
Publicado en Revista Tarántula
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