SOCIEDAD / TITIRITEROS
TITIRITEROS
El
caso de los titiriteros encarcelados en Madrid empieza a levantar sarpullidos
democráticos en buena parte de la ciudadanía que lo juzga como un proceder
arbitrario, autoritario e impropio de un estado de derecho. En algo parecemos
estar todos de acuerdo. El espectáculo programado para los carnavales de la
ciudad del oso y el madroño no era en absoluto adecuado para niños. A lo mejor
tampoco para mayores, por cuestiones de otra índole: estéticas, por ejemplo.
Así es que la derecha del país, que uno ya no sabe dónde está ubicada después
de oír el rancio discurso de Alfonso
Guerra hace unos días (Qué mal que
envejecen algunos, me comentó una amiga), se ha apresurado a linchar a los
titiriteros, y un juez de Madrid ha dictado una medida extrema contra ellos,
prisión incondicional sin fianza, como si los titiriteros tuvieran en su poder
armas de destrucción masiva, con la peregrina acusación de apología del
terrorismo y la aplicación estricta del nuevo código penal (otra ley a derogar
urgentemente cuando el PP haga las maletas). La derecha, como no, la mediática,
que ya ocupa la totalidad de le prensa escrita de este país, y la acreditada
como tal, que ocupa la sede de la calle Génova registrada por la policía,
arremete, además, contra el ayuntamiento de Manuela Carmena, que ha salido a dar explicaciones sobre lo
sucedido y promete depurar responsabilidades en su equipo de gobierno (lo
siento, pero la alcaldesa debía haber sido contundente y haber retirado de
inmediato la denuncia), y lincha a esos dos titiriteros por un espectáculo que
han montado en otras provincias (Granada) sin que nadie se eche las manos a la
cabeza.
El espectáculo fue
inadecuado, y violento (aunque, a decir verdad, más violento es un telediario,
o todos las representaciones de polichinelas lo son, porque siempre he visto a
alguien dando palos a un semejante, a un pobre lobo, o a un oso, o a una
viejecita bruja, porque lo de dar palos forma parte del espectáculo), en eso
estamos de acuerdo todos, pero de lo que disentimos, o disiento yo, con todo
respeto por la decisión del señor juez (los jueces no son infalibles, porque
son humanos, la cagan, y quizá, señoría, con todo mi respeto, la haya cagado bien
cagada en este caso) de mandar a prisión sin fianza (algo que no se ha hecho
con los peligrosísimos Rato, Blesa y los centenares de investigados,
eufemismo de imputados, del PP) a dos infelices titiriteros a los que se les
acusa de enaltecer el terrorismo (y de ser una banda terrorista, también, de
paso), lo que me parece chusco viendo la prueba, la pistola humeante, que es la
pancarta de Gora-AlkaETA. Pero no se trata de ninguna broma, no, que la cosa va
en serio aunque estemos en carnavales (el ministro del interior en funciones,
el que habla con su ángel de la guardia a diario, se ha puesto muy solemne), y
a esos titiriteros les pueden pedir hasta cuatro años de prisión por una
auténtica chorrada.
Sería grotesco que
hubiera que llevar este asunto al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo,
gastar papel y tiempo para que nos afearan por esta arbitrariedad. Ya es
grotesco el acto en sí, e imagino la de sonrisas que deben circular por las
cancillerías europeas ante esta desproporcionada, a todas luces, medida
judicial que va a hacer competencia en las chirigotas de Cádiz al asunto del
Ecce Homo. Ya imagino a Nicolás Maduro
hablando de la penosa situación democrática que padece España que encarcela a
unos titiriteros por un espectáculo callejero, y habrá que darle la razón
porque en Venezuela no hay titiriteros encarcelados.
Causa escándalo, sonrojo,
cuando no indignación (porque me imagino que los titiriteros lo deben de estar
pasando francamente mal por esta situación absolutamente kafkiana, se preguntan
en la cárcel si están sufriendo una pesadilla, si han viada en el espacio y han
representado la infausta obra en Guinea Ecuatorial u otro país de parecido
calibre democrático), que circulen pederastas confesos por la calle, los
corruptos no sean metidos directamente en la cárcel por robar cantidades
millonarias a las arcas públicas, que perjudican directamente a los ciudadanos,
a mí y a usted, y se ensañen con esas dos personas que han montado un
espectáculo penoso para niños, de acuerdo, pero nada más.
Si se aplicara esa
maravillosa doctrina que se ha aplicado con los titiriteros, mucho me temo que
yo iré a hacerles compañía por muy diversos motivos. Por enaltecimiento del
nazismo, porque en la portada de un libro mío sobre Auschwitz hay una esvástica
y dentro de él un nazi razona sobre las bondades del Holocausto; por
enaltecimiento del terrorismo, porque los personajes de tres de mis novelas, si
la memoria no me falla, son etarras y seguro que dicen en algún momento de la
narración Gora ETA; por enaltecimiento del asesinato, porque mis personajes de
novela negra matan mucho y bien; por ataque a las fuerzas de orden público de
mi país y del mundo entero, porque en mis novelas hay mucho policía corrupto….
Su señoría, y el PP, por parecidos motivos pueden desenterrar a William Shakespeare, en cuyas tragedias
la institución monárquica no quedaba muy bien parada, pedir su extradición al
gobierno británico y llevar sus restos a hacer compañía a los titiriteros por
haber escrito sobre reyes homicidas que desacreditan la institución monárquica.
Hagan una cárcel muy grande, por favor, antes de que se marchen de por vida a
la oposición, o se disuelvan, o, como pide Compromís, los ilegalicen (ya se
sienta el PP en el banquillo), para todos los que hacen algo por la cultura de
este país y abogamos por la libertad de expresión que costó sangre, sudor y
lágrimas conseguir, porque somos gente peligrosa, dañina, a la que odian
profundamente, y nos meten dentro de ella para que no les critiquemos y
permanezcamos mudos, que es lo que desean.
Ese juez bendito ha
hecho historia. Bufa.
Publicado en El Cotidiano
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