SOCIEDAD / QUITA Y PON
Quita y pon
En esa
carrera hacia la derechización de su partido, descolocado tras la moción de
censura de Pedro Sánchez que sacó
del poder al PP, Albert Rivera y sus
Ciudadanos intentan a toda costa
capitalizar el nuevo curso político a través de la estrategia de la tensión. Si
no existe tensión en Catalunya, pues se la inventan y llaman a sus corifeos
periodísticos para que se magnifiquen
sus acciones.
En
Alella, población costera catalana famosa por su exquisito vino blanco, Albert Rivera e Inés Arrimadas se han dado su pequeño baño de multitudes retirando
lazos amarillos de la vía pública y eso parece ser el pistoletazo de salida de
la operación reconquista. Alella es Covadonga. A continuación Ciudadanos, descolocando al PP que está
desaparecido en Catalunya, ha convocado una manifestación en el parque de la
Ciudadela, a la que han asistido literalmente cuatro gatos, para condenar la agresión
que sufrió una señora que retiraba lazos amarillos de las verjas del parque y
los arrojaba al suelo (el pulcro tándem Arrimadas/Rivera los guardaban en una bolsa de basura que
imagino iría luego al contenedor de plásticos) por parte de otro ciudadano que
le recriminaba su actitud y acabó golpeándola. Casus belli. La micro manifestación terminó con una agresión a un
miembro de Telemadrid, al que confundieron con uno de TV3 (eso no es casus belli), y algunos entonaron el himno de la legión El novio de la muerte (eso tampoco es casus belli) entre el ondear
de banderas rojigualdas.
En el
colmo del retorcimiento de la realidad se viene diciendo desde numerosos medios
privados de comunicación (espero que los públicos no caigan en esa soez trampa)
que en Catalunya se están señalando a los no independentistas (yo estoy
señalado y no me he dado cuenta) como se hacía con los judíos en la Alemania de Adolf Hitler (seguimos con
la banalización del mal); más bien son los independentistas los que se autoseñalan
portando lazos amarillos en sus vestimentas y arriesgándose a que algún energúmeno,
como el que rompió la nariz a la señora del parque de la Ciudadela, les rompa
la suya.
El
espacio público es de todos. Una afirmación incuestionable. Yo no veo que los
lazos amarillos ocupen el espacio público, paso por delante de ellos sin
problemas, y tanto derecho tienen unos a ponerlos como los otros en molestarse
en quitarlos, poner lazos rojos entre los amarillos (bandera rojigualda o
catalana, esa es la cuestión) o pintar los amarillos de rojo. Eso es lo que se
llama libertad de expresión. A mí no me molesta que unos cuantos millones de
ciudadanos pidan la libertad de unos presos que llevan más de un año en la
cárcel sin ser juzgados como si fueran peligrosísimos terroristas (y muchísimos
no independentistas estamos contra esa medida injusta), como no me molesta que
otros ciudadanos, en todo su derecho, los retiren de la vía pública. Hacer de
la guerra de lazos, como están haciendo algunos medios de comunicación privados
que no saben cómo llenar su parrilla en verano, un casus belli, decir que en Catalunya la tensión se palpa en las
calles y que estamos a punto de iniciar
la guerra de los Balcanes, eso sí me molesta, y mucho, por su falsedad y por lo
que esa mentira, repetida hasta la saciedad, pueda provocar. Y ese es el
peligro real, azuzado por esas derechas rancias, y no lo que ocurre en
Catalunya, un suflé que irá desinflándose a pesar de la levadura que se empeñan
en poner PP y Ciudadanos.
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