SOCIEDAD / ÁRABE RICO, MORO POBRE
Árabe rico,
moro pobre
Curiosa
nuestra forma de medir. Parecida a la que utilizamos con los negros. Negro es
el que viene en patera a nuestras costas, no el multimillonario jugador de
basket que viaja en jet privado y aterriza en nuestros aeropuertos. Los moros
son pobres; los árabes, ricos. Y, además, los árabes nadan en petróleo que no
es poco. Y Occidente depende del petróleo.
Vamos a
centrarnos en una historia negra. La realidad camina cien pasos por delante de
la ficción. Según todos los indicios un periodista de Arabia Saudí, Jamal Khashoggi, disidente notable de
esa monarquía medieval refugiado en Estados Unidos, ha sido secuestrado,
torturado, asesinado y descuartizado cuando acudía al consulado de Estambul
para recoger documentos de su divorcio. Las cámaras de seguridad registran su
momento de entrada, pero jamás podrán filmar su salida: lo hizo troceado
convenientemente en los maleteros de una serie de coches oficiales.
Un dato
que me llama la atención sobre la preparación de este espantoso crimen. Los
asesinos, la cuadrilla de quince torturadores, interrogadores y
descuartizadores, desembarcaron en Estambul a bordo de varios vuelos
procedentes de Arabia Saudí, entre ellos un médico forense que debía hacer las
indicaciones de cómo trocear un cuerpo humano eficazmente. ¿A qué me suena? Los 19 ciudadanos de Arabia Saudí que perpetraron los atentados de las Torres Gemelas
neoyorquinas a las órdenes del egipcio Mohamed
Atta también llegaron unos días antes del macroatentado en diversos vuelos.
Curiosamente Bush, Blair y Aznar, el infausto trío de las Azores, no invadió Arabia Saudita
sino Irak.
El
régimen de Arabia Saudita es de los más detestables del mundo, conculca todos
los derechos humanos, discrimina a la mujer, ejecuta a los homosexuales y adulteras
mediante la lapidación, decapita públicamente a los reos condenados a la última
pena y lleva a cabo una guerra contra Yemen sin que ni Estados Unidos ni Europa
cuestionen sus relaciones diplomáticas con los que parecen estar detrás de este
espantoso asesinato. España, entre otros, firma contratos con esa monarquía del
Golfo (bombas inteligentes, corbetas, AVE a La Meca) y al líder del PP, tan
beligerante con Maduro, todavía
tenemos que oírle una palabra de condena contra ese país del Golfo que conculca
todos los derechos humanos.
No es
baladí que Arabia Saudita, además de petróleo, exporta por todo el mundo el
salafismo que está detrás del terrorismo yihadista y edifica por todo el orbe
mezquitas para difundir el islam más rigorista con imanes que llaman a la
guerra santa. No hay problema. Ellos son los ricos árabes y forman parte del
sistema. Del suyo, jamás del mío. Y el sistema necesita nuestro miedo y
nuestros muertos.
Trump ya ha hablado con Salman bin Abdulaziz y éste le ha asegurado que nada sabe del
asesinato del disidente, tan creíble como que Aznar no conoce a Correa.
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