LITERATURA / LA AZAROSA Y ENIGMÁTICA VIDA DE IDAIRA BADIERO, DE CARLOS MANZANO
LA AZAROSA Y ENIGMÁTICA
VIDA DE IDAIRA BADIERO
Carlos Manzano
Un par de amigos se
las promete muy felices cuando se incorpora a su viaje programado por Europa
una mujer enigmática y atractiva llamada
Idaira Badiero, pero pronto se llevarán una decepción. Así que fue Idaira la que,
tomando otra vez la iniciativa, eligió dormir en la litera superior,
disfrutando de ese modo de la comodidad de un colchón en exclusiva, mientras
Domingo y yo hubimos de compartir de nuevo, para nuestro fastidio, la misma
cama y las mismas sábanas como un matrimonio mal avenido cuyo único propósito consistirá
en evitar cualquier mínimo roce entre sus cuerpos. La posible relación
triangular salta por los aires por la estulticia de uno de los amigos, Domingo,
y se resiente la misma amistad. Creo que
fue en ese preciso instante cuando ambos nos miramos a la cara y comprendemos
sin decirnos nada que, lo quisiéramos o no, aquello iba a marcar un punto de
inflexión en nuestra amistad, una línea de no retorno de consecuencias imprevisibles.
El otro amigo, Carlos Moles, el narrador de la historia, se obsesiona con
la chica al enterarse de que es la hija secreta de Sebastián Badiero, un
escritor de éxito cuya obra admira. Si
había un maestro de la novela negra en España ese era sin duda el gran Badiero.
Lo certifican su éxito de ventas y la profesa legión de seguidores que consumía fervientemente sus
libros, entre la cual yo mismo me encontraba. Y a partir de ese momento se
convierte en voyeur de las actividades de la chica y con la excusa de ser un
informante privilegiado busca la relación con el padre, pero la historia que le
ofrece a su progenitor de su casi desconocida hija es pura fabulación, como las
novelas del propio Badiero. Resulta que
tenía ante mi a la mismísima hija de Sebastián Badiero, el escritor cuyos
libros yo leía con fervor, casi con auténtica pasión, y de cuya vida, por otra
parte, apenas sabía nada. Bien es cierto que su propia hija lo había llegado a
calificar como “hijo de puta”, pero en ningún lugar está escrito que un buen
escritor deba ser también un buen padre.
Las relaciones entre
lectores y autores suelen acabar en decepción. El lector baja del pedestal
muchas veces al autor que admira en cuanto lo conoce y se disipa ese aura
mítica que rodea al creador. Otras veces (Misery
de Stephen King) eso se transforma
en una obsesión psicopática. No es un tema nuevo, ni en literatura ni en el
cine, pero Carlos Manzano aborda con
una visión novedosa y original su juego literario. Construye el autor un relato
hipnótico en esta La azarosa y enigmática
vida de Idaira Badiero que gira alrededor de la manipulación, y no precisamente
por parte del escritor sino por un lector que parece robarle la iniciativa del
relato. El protagonista y narrador,
Miguel Moles, impone su punto de vista inventado de Idaira a sus propios padres
aprovechando su relación distante (inexistente en el caso del padre), se inventa
una vida y una serie de sucesos que sólo tienen lugar en su cabeza. En un
intercambio de papeles, Santiago Badiero se convierte en el lector del relato
inventado que hace Miguel Moles sobre su hija y, mientras más va conociendo
este último al primero más se derrumba como mito literario y humano. Además, traer un hijo al mundo no significa
otra cosa que condenarlo a la muerte desde su nacimiento, obligarlo a vivir el
drama de su extinción. En realidad, no pones una vida más en el planeta, pones
un futuro cadáver, alguien que tarde o temprano tendrá que enfrentarse al mismo
destino que tú: desaparecer, dejar de ser, sucumbir.
Llega a decir
Sebastián Badiero, el padre desnaturalizado, el creador que todo lo sacrifica
por su obra, de su hija: Pero lo que te
puedo asegurar es que aquella niña era el bebé más feo que yo había visto nunca,
y casi sin darme cuenta empecé a verme a mi mismo diez años después llevando a
aquel espantajo de la mano, a aquel ser repulsivo que estaría obligado a
exhibir ante el mundo como obra mía. El creador egocéntrico satisfecho de
su obra literaria no lo está de su creación física a la que colma de
imperfecciones, pero Idaira es tan hermosa como inteligente.
Carlos Manzano introduce lo metaliterario en una novela de prosa
cuidada, como ya es habitual en él,
perfilando los personajes de su relato con pequeños apuntes, notas de
ironía o diálogos perfectos que intercambian el lector y el autor. A medida que
ese hablador que no escribe, Miguel Moles, va invadiendo la vida de Sebastián
Badiero, el mito del escritor, su aura, se desvanece. Moles, manipulador
supremo, vende a Badiero una hija que sólo existe en su imaginación y el padre
lo acepta como lo haría cualquier lector apasionado de sus novelas porque se ha
distanciado tanto de ella que no la conoce.
Carlos Manzano, gran prosista, autor de relatos siempre bien
pergeñados y que deja al lector sumido en la inquietud y en la angustia, escribe
una novela magnífica con sólo cinco personajes y escenarios concretos: el viaje
por Europa de los tres jóvenes que acaba abruptamente y los encuentros forzados
de Miguel Moles con Santiago Badiero en una vampirización a la inversa. A
través de una intriga imaginativa el escritor zaragozano habla de literatura,
su gran pasión. Una vez terminada la
historia, el narrador debe desaparecer y
dar paso al lector para que asimile, enriquezca o rechace todo lo que ha sido
contado, y hace suya en su novela esa máxima brillante de Margaret Atwood: Interesarse por un escritor porque nos gustan sus libros es como
interesarse por un pato porque nos gusta el fuagrás.
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