SOCIEDAD / ESLOVENIA VERSUS ESCOCIA
Eslovenia versus Escocia
Dije en
un anterior artículo que los independentistas catalanes (no todos; el camino a
ninguna parte de Carles Puigdemont y
su acólito Joaquim Torra abre
brechas, y ahí está Esquerra Republicana de Catalunya marcando diferencias
estratégicas) son ciegos y sordos, pero no mudos, y el president, que no preside ningún gobierno, puesto que no hay Govern en Catalunya y los problemas de
los ciudadanos de a pie siguen sin solucionarse a la espera de que la paradisiaca
república se implemente y se aten perros con longanizas, habla demasiado, como
antes de ser president había escrito
más de la cuenta. De lo escrito entonó su mea
culpa; de lo hablado, estamos esperándolo.
La
última ocurrencia de Torra, antes de
someterse a un ayuno voluntario en la abadía de Montserrat, ha sido apelar a la
vía eslovena (la unilateralidad) frente a la escocesa (el pacto). La unilateralidad
eslovena trajo como consecuencia una breve guerra de diez días que dejó unos
cientos de muertos, una bagatela, es cierto, si lo comparamos con los procesos
secesionistas que se desencadenaron a
continuación en Croacia y Bosnia
Herzegovina que dejaron más de cien mil víctimas mortales, centenares de miles
de heridos y miles de mujeres violadas en una guerra atroz que horrorizó a una
Europa paralizada ante la masacre. De acorde con esto, el exiliado Antoni Comín nos anima a los catalanes
a asumir una cierta dosis de drama en el camino que nos queda. Póngase a la
cabeza, oiga.
A ver.
¿Para qué? ¿Para qué el drama y una vía eslovena, me pregunto? ¿Para llevarnos
adónde? El independentismo catalán sigue siendo un movimiento emocional y no
racional, millones de catalanes han comprado un sueño hoy por hoy irrealizable
y, lo más grave es que, como en un ataque de sinceridad declaró Clara Ponsatí, los guías de ese procés siempre fueron de farol. No hay
absolutamente nada, pero nada, aparte de humo, detrás de ese proyecto de país
que no convence a la mitad de la población de Catalunya. No hay visos, ni por
asomo, de reconocimiento internacional a no ser que Vladimir Putin esté interesado en tener una base naval en el
Mediterráneo. No hay ningún estudio de viabilidad económica de esa República,
nadie ha puesto números sobre la mesa de lo que nos costaría, a cuantas
generaciones tendríamos que condenar a la pobreza, a no ser que Catalunya se convierta en paraíso
fiscal y atraiga capitales de dudosa procedencia. Nadie se plantea, lo que para
ellos debe ser una minucia, lo que costaría un ejército que defienda las
fronteras (Artur Mas, en su día,
adujo que se pagaría al ejército español por ese servicio). Y falta lo fundamental, convencer, y no llevan
trazas, a la mitad de Catalunya que no lo ve claro, porque se olvidan que en la
vía eslovena, a diferencia de lo que sucede en Catalunya, más del 80% de la
población estaba por la secesión.
El
triunfo de VOX en Andalucía da alas a los ingenieros del procés. Esa España de pandereta, tauromaquia, caza en cortijos, xenofobia,
homofobia, a por ellos y novios de la muerte, cutre y
fascistoide, es la caricatura que quieren se extienda por toda la piel de toro
para alimentar el supremacismo catalán. Engañan, porque no creo que se autoengañen,
diciendo que eso es España. El movimiento independentista catalán está tan huérfano
de líderes como de seny. Que me
perdonen los escultistas, pero las cabezas visibles del movimiento parecen
haber salido de los Boys Scouts.
El
radicalismo de los nuevos independentistas, los herederos directos de la
corrupción pujolista, contrasta con
la sensatez, salvo rufianes, de los
de siempre. El único proyecto, a corto y a largo plazo, de Waterloo es que se
les aplique, con más dureza si cabe, el 155, porque no hay nada más. Confío en que el gobierno de España sea
suficientemente inteligente para no hacerles el juego.
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