SOCIEDAD / DELIRIUM TREMENS
DELIRIUM TREMENS
Publicada en El Cotidiano
Para
nadie es un secreto que Mariano Rajoy
no es el despótico capitán Blight que gobernaba la Bounty cuando se produjo el
famoso motín. Mariano Rajoy es el
hombre tranquilo y algo autista que parece no enterarse de lo que ocurre a su
alrededor, y por ello sus barones Juan
Vicente Herrera, Luisa Fernanda Rudi,
José Ramón Bauzá, Alberto Fabra y hasta María Dolores de Cospedal, el grueso de
los que han perdido las taifas en las que gobernaban, sus hombres de confianza
que le arroparon en su momento, se han rebelado y abandonan el barco en los
botes invitando a que el capitán haga lo mismo. Pero Mariano Rajoy se aferra al puente de mando, ajeno al motín y a las
vías de agua que entran a borbotones en el barco del PP que quien esto escribe hace
ya meses auguraba sin ser profeta, porque se veía venir.
Queda
en el PP gente loable, y ahí está Cristina
Cifuentes que ha obtenido un buen resultado a pesar de la campaña en su
contra de Esperanza Aguirre y exhibe
una elegancia de maneras, o el ministro de Asuntos Exteriores José Manuel García Margallo para el que
la jueza Manuela Carmena que
encabeza Ahora Madrid es una persona digna y respetable y no representa ningún
peligro para la democracia. Pero claro, Margallo
viene de la UCD y tiene una educación exquisita y eso se nota.
Mientras
los barones del PP se han mirado en el espejo, siguiendo el consejo del hasta
ahora presidente de Castilla León, y hacen las maletas asumiendo su
responsabilidad por sus pésimos resultados, algo inédito en el PP, Rita Barberá, tras reconocer que le han
dado de hostias, habla de rojerío radical; La Razón dice que Ada Colau okupa Barcelona; Yolanda
Barcina habla del Tercer Reich nombrando a un tal Stephan (se le olvidó Zweig
a quien no lo debe de haber leído) y la pija castiza sigue enrocada en su
delirio por ser alcaldesa de Madrid o cerrar el paso como sea a Manuela Carmena sin haberse enterado de
que los madrileños no la quieren.
Uno
de los fallos garrafales del dedo de Mariano
Rajoy en estas elecciones municipales fue pedir auxilio a Esperanza Aguirre para mantener Madrid,
porque escogió precisamente a la candidata más nefasta y peligrosa, para él y
para el partido. Esperanza Aguirre
no es PP, sino ella misma, y la caracteriza una ambición desmedida por estar en
el poder al precio que sea. En su delirante deriva de todos estos días
postelectorales, que están analizando hasta expertos psiquiatras, la pija
castiza ofrece la alcaldía a Antonio
Carmona, comulga con el programa socialista, confiesa no haberse leído el
de Ahora Madrid, se cita con Ciudadanos y vende su alma al diablo. ¿Ha bebido
la condesa? ¿Se ha chutado? ¿Ha sufrido una insolación? En su ristra de
simplezas sin fin la presidente del PP madrileño llega a hacer el más espantoso
ridículo postulándose para regenerar un PP que ella misma se ha encargado de
enfangar y hundir en Madrid. ¿Delirium tremens? Podemos es un peligro para la democracia occidental, dice la que es
un peligro para la democracia nacional. No se descarta el recurso al tamayazo para sentarse en el sillón
municipal.
Un
psiquiatra le aconsejó a la presidenta del PP madrileño que debía hacer el
duelo, aislarse y requerir asistencia urgente para detener el deterioro
evidente de su salud mental. Y luego, irse a su casa. No se ha enterado Esperanza Aguirre que ya solo es un
cadáver político. Tampoco Rajoy.
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norteamericano, empieza a torcerse en cuanto frecuenta los ambientes de la
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esclavas le proporciona un retorcido placer al mismo tiempo que lo aleja de su
familia y su trabajo. De forma imparable, y sin que pueda evitarlo, esas relaciones
con mujeres venales, que son cada vez más violentas, le crean una adicción y
harán que salga lo peor de él, una tara genética que ya tuvo su padre y él ha
heredado intentado, en vano, ocultarla.
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