MI MARILYN

Esta niña desgarbada e inocente, una flaca de falda acampanada a lunares que posa, descalza, en una carretera del Medio Oeste, no tiene ni idea de que va a ser Marilyn Monroe y su vida será efímera. Ya ha sufrido una infancia desgraciada y, sin embargo, exhibe esa sonrisa turbadora que tanto confundiria luego y haría estragos entre los varones de medio mundo. Nada hace presagiar, con esos pechos puntiagudos de adolescente, que vaya a convertirse en un sex symbol global. Observen las trencitas y el peinado: son impagables. Frágil y femenina, exhibe ya un punto de coquetería al pellizcarse la falda.

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