EL REPORTAJE

LOLITAS, ¿SUEÑO O PERVERSIÓN?
José Luis Muñoz

Todo el mundo celebra el 23 de Abril como día del libro, efeméride que señala el fallecimiento de dos grandes nombres de la literatura universal, Cervantes y Shakespeare, pero son minoría los que recuerdan que ese mismo día de 1899 un gran maestro de la literatura rusa vio por primera vez la luz en la ciudad de San Petersburgo: Vladimir Nabokov.
“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.” Así empieza la novela más conocida de ese ruso blanco que emigró a Estados Unidos, en donde desarrolló el grueso de su producción literaria, lo hizo universalmente famoso y escandalizó por su osadía. No sabía Nabokov que el protagonista femenino de su novela daría tanto que hablar. Fue “Lolita” (1955), la muchacha en flor e hija de la amante del severo profesor Humbert Humbert, de quien se enamora perdidamente éste, quien dio nombre a un prototipo de mujer púber que enloquece a ciertos hombres de edad madura. ¿Cómo un profesor culto y de mundo, como es el protagonista masculino de la novela de Nabokov, pierde la razón tras la figura andrógina de Lolita, que no mide más de un metro cuarenta y ocho centímetros de estatura, es amante de helados y caramelos y se comporta de una forma vulgar y descarada a pesar de su tierna edad de quince añitos?
José Luis Muñoz

Todo el mundo celebra el 23 de Abril como día del libro, efeméride que señala el fallecimiento de dos grandes nombres de la literatura universal, Cervantes y Shakespeare, pero son minoría los que recuerdan que ese mismo día de 1899 un gran maestro de la literatura rusa vio por primera vez la luz en la ciudad de San Petersburgo: Vladimir Nabokov.
“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.” Así empieza la novela más conocida de ese ruso blanco que emigró a Estados Unidos, en donde desarrolló el grueso de su producción literaria, lo hizo universalmente famoso y escandalizó por su osadía. No sabía Nabokov que el protagonista femenino de su novela daría tanto que hablar. Fue “Lolita” (1955), la muchacha en flor e hija de la amante del severo profesor Humbert Humbert, de quien se enamora perdidamente éste, quien dio nombre a un prototipo de mujer púber que enloquece a ciertos hombres de edad madura. ¿Cómo un profesor culto y de mundo, como es el protagonista masculino de la novela de Nabokov, pierde la razón tras la figura andrógina de Lolita, que no mide más de un metro cuarenta y ocho centímetros de estatura, es amante de helados y caramelos y se comporta de una forma vulgar y descarada a pesar de su tierna edad de quince añitos?
¿Qué es el lolitismo?

Las lolitas son muchachas que usan calcetines en lugar de medias, uniformes escolares en vez de vestidos femeninos, y tirabuzones por tocados adultos. Hay lolitas descaradas en las clases de los institutos que cruzan las piernas en primera fila para que el profesor se fije en ellas, hay muchachas que se disfrazan de ellas, aunque por edad ya hayan rebasado esa etapa, porque saben que son más eficaces en las artes de la seducción y se visten con shorts o llevan tops de mallas o ondulantes falditas escocesas. Ante estas chicas, que suelen estar tocadas por un equívoco aire de candor virginal, el varón se siente,

¿Han existido lolitas antes de Nabokov? Probablemente siempre, pero no fue hasta que el escritor de San Petersburgo tuvo la osadía de plasmar esa pulsión enfermiza, con maestría, en una novela que el término se generalizó. Si se hojean enciclopedias ilustradas sobre el erotismo no es difícil tropezar con grabados bastante explícitos sobre el tema. Un dibujo anónimo, en sanguínea, nos muestra a un varón de edad provecta – aunque difuminado su rostro y su cuerpo, se intuye que quizá sea un hombre de la iglesia – que sostiene entre sus brazos a una angelical muchacha, a la que a duras penas le han brotado los pechos, mientras introduce abrupta mano por la vestidura que aun cubre sus vergüenzas, sin duda para acariciar su monte de Venus. Leo la fecha del dibujo: 1600. Lo que demuestra que existieron lolitas mucho antes de Nabokov.

Lolitas bajo flous



Lolitas en el cine



De lolita exuberante, por culpa de unas curvas que no casaban con su edad, se podría calificar a la Maria Schneider protagonista de “El último tango en París” (1972) de Bernardo Bertolucci, filmada con tal lirismo que lo sórdido se torna hermoso. La pareja formada por Marlon Brando y Maria Schneider protagonizó uno de los más sonados escándalos cinematográficos gracias a la famosa escena de la mantequilla.

Más en los cánones clásicos de lo que debe de ser una lolita se inscribe el deslumbrante estreno en la profesión cinematográfica de Liv Tyler. Cuando Bernardo Bertolucci la escogió para protagonizar “Belleza robada” – título altamente ilustrativo de lo que pretendía el realizador – le debió seducir sin duda el aspecto inocente, virginal y andrógino de esa muchacha alta y desgarbada que caminaba de forma muy natural sobre larguísimas piernas que no parecían tener fin. La Tyler, fiel a su papel de lolita, seduce platónicamente a un moribundo Jeremy Irons, obsesiona a un tosco escultor que se sospecha padre de ella, pero finalmente entrega su preciado virgo a un bello adolescente.

Sin dejar el cine europeo, las películas del septuagenario Eric Rhomer están pobladas de lolitas jovencísimas que viven sus primeras experiencias amorosas con maduros caballeros que son pintores, profesores, escritores o filósofos. La inocencia del rostro redondeado y mofletudo de la francesa Haydee Politoff en “La coleccionista” (1967) – de amantes - de Eric Rhomer es prueba de ello.
Lolita eterna – los años no consiguen madurar su rostro infantil – es la actriz Jodie Foster que desde niña – su trasero anunciaba el bronceador Coppertone - estuvo relacionada con el mundo del show bussines. Su papel como yonqui y prostituta infantil en “Taxi driver” de Martín Scorsese, del que es liberada por el imprevisible taxista justiciero Travis (Robert de Niro), ofrece otra lectura del lolitismo, mucho más dura y de nuestros días, insertado en la jungla del asfalto neoyorquino.

En las antípodas cabría situar a Brooke Shields, protagonista cuando apenas tenía doce años de un escandaloso film. Realmente el de Brooke, que comenzó a posar casi en pañales, es un caso precoz. En “La pequeña”, una película del desaparecido Louis Malle, una realizador francés cuyo cine, sin proponérselo, siempre rozó lo polémico, la Shields, antes de sumergirse en las lagunas turquesas de “El lago azul”, es una prostituta infantil que es rescatada por Keith Carradine. Lo turbador de esa actriz es que su cuerpo de niña sustentaba un rostro de muchacha adulta y sexy.

La encantadora Jennifer Connelly, en los tiempos en que estaba a gusto con sus voluptuosas formas, también recreó un convincente papel de lolita en “La brigada del sombrero”, el film negro de Lee Tamahori, seduciendo al maduro y expeditivo policía Nick Nolte. Mena Suvari, la rubia cheerleader que hace soñar

Dentro del cine patrio, Penélope Cruz, nuestra Pé nacional, fue una encantadora lolita harto natural gracias al arte de ese maestro del erotismo cinematográfico que es Bigas Luna. La chica aparecía desgarbada, patizamba, menuda y volcánica en “Jamón, jamón”, e iba encendiendo las pasiones del bruto Javier Bardem en la película más ibérica del realizador de Sarriá; era sin duda una nínfula mediterránea que tenía la virtud de que sus hermosos pechos supieran a algo tan castizo como a tortilla de patatas.
Las lolitas reales

Seducido por una lolita oriental, aunque nadie le alabe el gusto, cayó el intelectual Woody Allen que, para más morbo, se enamoró de la hija adoptiva – una de las muchas que tenía Mia Farrow – de su ex mujer, llamada Soon Yi, con la que sigue felizmente casado pese a la diferencia de edad.

Algunas lolitas célebres del celuloide

* Brigitte Bardot, lolita francesa en “Y Dios creó a la mujer” de Roger Vadim, que fue su padre cinematográfico y amante.
* Penélope Cruz y Maribel Verdú, la rama hispana del lolitismo.
* Jodie Foster y Juliet Lewis, lolitas lisérgicas y altamente letales.
* Brooke Shields, lolita empalagosa
* Mariel Hemingway, lolita que preludia a Son Yee en la vida de Woody Allen
* Alicia Silverstone, la lolita más sosa y descafeinada.
Características de las lolitas 
edad: un suspiro, casi como lo que dura una flor.
físico: candoroso, pero con un destello de malicia.
vestimenta: provocativa y desinhibida, como si fuera una niña.
comportamiento: juegan con el macho, del que acaban riéndose o reprochándole lo débil que es al caer en sus redes.
aficiones: les encantan los caramelos y cualquier actividad que estimule sus labios.
relación: la terminan ellas, al llegar a la mayoría de edad, y tropezar con un joven de su agrado.
consejo: huir ante ellas.

edad: un suspiro, casi como lo que dura una flor.
físico: candoroso, pero con un destello de malicia.
vestimenta: provocativa y desinhibida, como si fuera una niña.
comportamiento: juegan con el macho, del que acaban riéndose o reprochándole lo débil que es al caer en sus redes.
aficiones: les encantan los caramelos y cualquier actividad que estimule sus labios.
relación: la terminan ellas, al llegar a la mayoría de edad, y tropezar con un joven de su agrado.
consejo: huir ante ellas.
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