DIARIO DE UN ESCRITOR

30/9/2010Ayer tuve una alucinación que duró justo hasta la tarde. Por la mañana, el miércoles fue domingo. Silencio en las calles vacías. Las tiendas, cerradas. Era imposible tomar un café con leche porque no había cafeterías abiertas. Hasta el supermercado de los chinos tenía las persianas bajadas. La ciudad, desierta, sin apenas coches, pareció durante unas horas mágicas el escenario de una película de ciencia ficción. Por la tarde la ensoñación se disolvió y la ciudad despertó, volvió a la más absoluta normalidad. Todo, o casi todo, menos, curiosamente, los bares, muchos de los cuales permanecieron cerrados. No fui al súper de los chinos por la tarde para saber si seguía cerrado o habían abierto. Quise irme a la cama con la ilusión de que mis principales proveedores alimentarios se habían sumado a la huelga que para ellos debe de ser un exotismo occidental, porque en China nadie hace huelga. Hice fotos, con dificultades, de la jornada de huelga desigual. La batería de mi cámara fotográfica se declaró en huelga. Pude fotografiar, eso sí, a esos dos adoradores del Che Guevara que se habían vestido para la ocasión y ansiaban ser recogidos en instantáneas. Parecía una pareja feliz y bien avenida. Yo hice huelga, a mi manera. No fregué los platos. No barrí. No fregué el suelo. No me duché hasta muy tarde, después de tener una pelea dialéctica conmigo mismo. Comí cualquier cosa que no implicara trabajo. Vencí la tentación de ir al cine. Entré en Facebook sólo unos minutos mientras me tomaba una cerveza en un bar que encontré abierto. Y me fui a la cama. La huelga no fue un fracaso, como rezaba para que lo fuera la derecha cavernaria, pero no detuvo las ciudades, aunque sí la mía hasta la tarde. Los sindicatos tendrán que seguir haciendo gimnasia si no quieren que se les atrofie la musculatura. Y el gobierno, para seguir gobernando como lo hace la derecha, debería dimitir. En Barcelona los antisistema caldearon el ambiente, y un coche de la guardia urbana, aunque por televisión lo que se veía era a los mossos de esquadra dando unas palizas descomunales a gente que estaba tumbada en la vía pública. Parece que la capital catalana es una sucursal de la kale borroka.Muere Arthur Penn, uno de los grandes realizadores de Hollywood aunque para el cine llevaba muerto muchos años. No hace mucho volví a ver dos de sus películas que más me gustaron y comprobé que seguían intactas: La jauría humana, en donde un jovencísimo Robert Redford es linchado por unos detestables sureños que se aburren y nada puede hacer por evitarlo un grandioso Marlon Brando que interpreta al ético sheriff del pueblo─ la paliza que le dan, sobre una mesa, es una de las más salvajes del cine ─ y Bonnie and Clyde, la historia de esa pareja de delincuentes míticos que elevó a Faye Dunaway a icono erótico. De Penn me gustó mucho Georgia, que no he vuelto a ver, y no me gustó nunca Pequeño gran hombre, que tanto éxito cosechó en su momento. Sólo nos queda Sidney Lumet. Y Robert Mulligan, si es que no ha muerto ya.Tony Curtis se pone de acuerdo para irse el mismo día que lo hace Arthur Penn. El estrangulador de Boston hubo de luchar toda su vida contra su rostro que lo abocaría a la comedia. Estuvo genial a la órdenes de Billy Wilder en Con faldas y a lo loco, pero yo prefiero su interpretación en Espartaco de Kubrick y esa extraordinaria pelea a espada con Kirk Douglas al final de la película en la que intentan darse muerte el uno al otro para evitar el suplicio atroz de la cruz. Empiezo a leer otra de esas novelas inéditas que aspiran a dejar de serlo. Me engancha, aunque no sé bien que tiene que ver una trama policial con el hundimiento del Prestige, que está muy bien narrado. Son como dos novelas que van en paralelo e, imagino, confluirán en algún momento. En una mañana me leo cien páginas.Sigo abducido con esa serie maravillosa llamada Mad Men entre cuyos actores reconozco a Robert Morse, un cómico norteamericano con flequillo y cara de chiquillo que actuaba en algunas comedias norteamericanas con discreto éxito. Interpreta aquí al propietario de la agencia publicitaria, un tipo extraño que siempre se desplaza por su edificio sin sus zapatos. Entre las intérpretes femeninas hay una pelirroja sencillamente turbadora.

Comentarios

Júlia ha dicho que…
Gran película, cada vez que la veo me gusta más.
José Luis Muñoz ha dicho que…
Una comedia agridulce que retrata de una forma certera la vida en pareja. Los intérpretes extraordinarios ambos. Una de mis películas favoritas.
El escritor de la tragedia ha dicho que…
Felicitaciones por tu excelente trabajo. Estoy divulgando un nuevo blog donde recopilo la vida y obra de un personaje misterioso que quiero dar a conocer. Te invito a visitarlo.
Saludos y felicitaciones nuevamente.
Anónimo ha dicho que…
A mí también me parece fascinante ese cuadro de Brueghel, lo tuve de salvapantallas durante mucho tiempo.
excelente tu blog, como siempre.
Luis Vea ha dicho que…
Ese "cerrado por huelga" también tiene una lectura metafórica.
José Luis Muñoz ha dicho que…
Pues si, Luis, ese "cerrado por huelg" tiene doble lectura. Jajaja.
Marc Muñoz ha dicho que…
Robert Mulligan también está muerto, desde hace un par de años
Alhucema ha dicho que…
Parece que a Luis y a ti, José Luis, la huelga os "inspira" las mismas cosas... (a mí no, jeje)

Por fin he podido leer tu libro y espero escribir algo sobre él en mi blog en cuanto pueda. Te adelanto que me atrapó desde el primer momento.
Se nota que estabas muy bien documentado.
Un abrazo.
José Luis Muñoz ha dicho que…
Pues me alegro, Inma, eso de atraparte.
Lo de la huelga, jajaja, pero la muchacha se puso la pegatina en un lugar que invita a dos o tres lecturas, quizá más
Anónimo ha dicho que…
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