SOCIEDAD / MIRAR HACIA OTRO LADO
MIRAR HACIA
OTRO LADO
Tiene la especie humana una
gran experiencia en eso de mirar hacia el otro lado y no asumir
responsabilidades por actos que les atañen directamente. Muchas veces es no
quiero saberlo en lugar de no lo sé. Si se sospecha de que algo censurable
ocurre en tu entorno, averigua la verdad y asume luego las consecuencias de no
haber hecho absolutamente nada para evitarlo. Soy de los que creen en la
responsabilidad de los ciudadanos sobre las decisiones que toman sus
gobernantes en su nombre.
Miremos hacia atrás, para
constatar que no hemos aprendido de nuestros errores o que, como especie, somos
así y no podemos evitarlo. El genocidio que emprendió el régimen nazi contra
judíos, gitanos, eslavos, homosexuales y disidentes no se podía haber llevado a
cabo sin la colaboración crucial de buena parte de la población alemana o de
los territorios ocupados. Ni la Gestapo, ni las SS, destinaron tantos efectivos
para detener y hacer desaparecer a esos grupos seleccionados para el
exterminio. Si consiguieron esa eficiencia casi al cien por cien fue porque muchos de los ciudadanos, que
habían votado al NSPD, no lo olvidemos, consideraron que esa gente antipatriota
sobraba en la Alemania pura que los gerifaltes nazis iban a construir y lo que
se hiciera con ellos poco importaba. Del mismo modo los polacos que vivían en
los alrededores de Auschwitz, el infierno de Dante, no podían ignorar, por
razones obvias, lo que sucedía en ese matadero humano: pensemos en el hedor que
deprendían miles de seres humanos incinerados en plan industrial cada día.
Miraron hacia otro lado y se taparon literalmente la nariz. Los alemanes, y
otros pueblos centroeuropeos, que ahora hacen alarde de una intensa xenofobia y
racismo hacia los débiles refugiados que cruzan Europa buscando un destino mejor
que el de sus países diezmados por las políticas internacionales, fueron colaboradores
necesarios o pasivos, miraron hacia otro lugar, porque eso era más cómodo, pero
esa actitud no les exonera de su responsabilidad social y ética. ¿Ética? ¿Qué
es ética? Una materia olvidada entre los tecnicismos numéricos que nos
gobiernan. Bien es verdad que hubo comportamientos heroicos, resistentes a esa maquinaria
de destrucción masiva, que fueron las primeras víctimas de ese diabólico
sistema represivo.
Setenta años después de
terminada la Segunda Guerra Mundial seguimos anclados en el pasado y repitiendo
los mismos errores, o los mismos comportamientos, porque me niego a calificar
de error lo que se asume con todas sus consecuencias. Los judíos de esta
Tercera Guerra Mundial silenciosa que se libra en los campos de Europa son esos
refugiados que se han jugado la vida cruzando en botes neumáticos la barrera
letal del Mediterráneo para encontrar alambradas, golpes de policías y gases
lacrimógenos a su paso. Ellos creen en una Europa que no existe más que en su
imaginario y nosotros, a golpes, les hacemos salir de su error. La Europa de
mierda con la que los que tenemos principios éticos no nos identificamos y
pretendemos dinamitar para construir otra urgentemente si eso es posible.
Los testimonios que llegan
de esos campos de concentración, en donde reina la miseria y los refugiados
están abandonados a su suerte, son escalofriantes. Ayer recibí un audio de dos
mujeres heroicas retransmitiendo el desmantelamiento de un campo en directo y
hablando de la brutalidad de las fuerzas de seguridad que literalmente los
estaban ahogando con gases lacrimógenos como si se trataran de elementos
peligrosos. Mueren niños y ancianos, se amputan piernas de hombres y mujeres
por falta de higiene y se limita, cada vez más, la presencia de voluntarios,
los verdaderos héroes de esta crisis, y de periodistas incómodos que den
testimonio de lo que ocurre. Se pretende hacer invisible el genocidio.
La Unión Europea, en nuestros
nombre, en el mío y en el suyo, ha decidido convertir Turquía en el nuevo
Gulag, el agujero negro al que irán a parar toda esta gente que huye de
situaciones que el primer mundo ha creado por razones de geoestrategia en
países que ya no existen, y como los alemanes de 1933 estamos mirando hacia
otro lado, pero somos igualmente responsables de lo que está pasando.
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