CINE / VERMIGLIO, DE MAURA DELPERO


Entre el naturalismo y el cine étnico se mueve esta película deslumbrante filmada en paisajes naturales de los Alpes italianos, en una lejana aldea al margen del ruido cuyo nombre da título a la película, un lugar ajeno a esa Segunda Guerra Mundial de la que solo llegan sus ecos lejanos. Un desertor de esa guerra de origen siciliano, Pietro (Giuseppe de Domenico), arriba a esa minúscula población y trastoca la vida apacible de sus habitantes en cuanto entabla relación con la joven Lucía (Martina Scrinzi), la hija mayor del rígido maestro Tommaso Ragno (Cesare Graziadei) cuya esposa Adele (Roberta Rovelli) le ha dado ocho hijos, más los que no sobreviven a las duras condiciones de la aldea.


Maura Delpero (Bolzano, 1975), la realizadora y autora del guion, arma una película sensual y de una armonía perfecta sobre ese pueblo no contaminado de los Alpes italianos en donde nació sin obviar la dureza de unas vidas que dependen de la agricultura y la ganadería para subsistir y los traumas que suponen la pérdida de hijos por las condiciones de vida extremas.


Extraordinariamente bien fotografiada, Vermiglio saca partido de unos paisajes alpinos de ensueño y unas interpretaciones naturales de actores, buena parte no profesionales, que no parecen estar actuando. Delpero es deudora de cierto cine italiano del pasado, de Ermanno Olmi o de los hermanos Taviani, en esta cinta que navega por los terrenos de la sutileza y no se mueve del terruño salvo en ese tramo final que discurre en Sicilia. Una forma de hacer cine apegada a la tierra y en donde reina el minimalismo más absoluto a la hora de abordar cada una de las secuencias, ya sean las comidas familiares con el pater familias bendiciendo la mesa, las misas populares, los funerales, los banquetes, las fiestas, los partos o los escarceos amorosos, en donde la cámara apenas sí se mueve y nos hace ser testigos de lo que sucede. Un film punteado por elipsis y fueras de campo (el parto de Anna, la misma Segunda Guerra Mundial) que el espectador completa en su cerebro.  



Por encima de todos los personajes brilla la personalidad de Tommaso Ragno, el maestro, implacable con sus propios hijos más que con los otros alumnos, que también da clases a los analfabetos de Vermiglio, personaje distante, severo y patriarcal, una composición que borda el actor Cesare Graziadei, y esas tres hijas, Lucía, que opta por la maternidad, Ada (Rachele Potrich) por vestir los hábitos y Flavia (Anna Thaler) por seguir los estudios, con actitudes tan diferentes a la hora de labrarse un futuro en un entorno rígido marcado por las tradiciones ancestrales que aceptan sin rebelarse. 





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