EL APUNTE
VUELVE LA BANDA
Aunque cause nauseas repetirse, y lo haga la misma gente, lo que provoca una cierta desazón, no podemos pasar por alto la nueva vileza que se ha cometido en el País Vasco. Esta vez le ha tocado el turno a un empresario relacionado con las obras del AVE, lo que lo ha colocado en la diana de la banda fascista. Porque es hora de llamar a las cosas por su nombre, y ETA de revolucionaria, izquierdista y nacionalista no tiene nada de nada, y de fascista lo tiene todo.
Escuchaba hace unos días a una tertuliana, Isabel San Sebastián, con la que no coincido en casi nada y me produce escasas simpatías, que lo que ocurre en el país Vasco era muy parecido a lo que ocurría en Alemania durante el nazismo, que la gente miraba hacia otro lado, y tengo que darle la razón en esa apreciación. En el País Vasco, salvo heroicas excepciones, hay miedo, se vuelve la cara, se habla bajo y se evita mirar a los ojos a los verdugos y a quienes los jalean. En una comunidad pequeña, como es Euskadi, todo el mundo se conoce, y se sabe quiénes son los asesinos, los que los apoyan ─ ediles y concejales de ANV, por ejemplo ─, y los que les informan.
Aunque cause nauseas repetirse, y lo haga la misma gente, lo que provoca una cierta desazón, no podemos pasar por alto la nueva vileza que se ha cometido en el País Vasco. Esta vez le ha tocado el turno a un empresario relacionado con las obras del AVE, lo que lo ha colocado en la diana de la banda fascista. Porque es hora de llamar a las cosas por su nombre, y ETA de revolucionaria, izquierdista y nacionalista no tiene nada de nada, y de fascista lo tiene todo.
Escuchaba hace unos días a una tertuliana, Isabel San Sebastián, con la que no coincido en casi nada y me produce escasas simpatías, que lo que ocurre en el país Vasco era muy parecido a lo que ocurría en Alemania durante el nazismo, que la gente miraba hacia otro lado, y tengo que darle la razón en esa apreciación. En el País Vasco, salvo heroicas excepciones, hay miedo, se vuelve la cara, se habla bajo y se evita mirar a los ojos a los verdugos y a quienes los jalean. En una comunidad pequeña, como es Euskadi, todo el mundo se conoce, y se sabe quiénes son los asesinos, los que los apoyan ─ ediles y concejales de ANV, por ejemplo ─, y los que les informan.
¿Se ha convocado alguna manifestación aparte de minoritarias y testimoniales concentraciones? ¿Se ha llamado a parar en los puestos de trabajo para mostrar el rechazo a ese nuevo asesinato? No.
Bueno sería para quiénes no saben convivir y sólo entiende de puños y pistolas someterles al aislamiento social para que se vayan pudriendo en su propio veneno.
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